sábado, 7 de noviembre de 2009

Añoranza

No añoro de ti: ni tu risa, ni tu voz modulada –esa que no se corresponde con tu cara –.
No añoro tu abrazo cálido, cómo aquel que me diste al pie de la playa, convirtiendo tus brazos en cobija; calentando y aliviando el dolor de mis huesos cansados del trabajo. Ni el placer en mi cuerpo mientras esculpías con tu buril cada curva, cada pliegue, cada hueco…
No añoro el tacto de tu piel, ni su olor, ni añoro tus manos, ni las puntas de tus dedos rasgueando la guitarra de mi espalda.
Ni siquiera añoro tus besos, si acaso... el primero. Y no me da pena confesarlo: ese fue mi último primer beso.
No añoro el sudor corriendo por tu frente, ni el brillo de tus ojos en busca de los míos para sentir y ver el destello del orgasmo compartido.
Y no lo echo de menos, porque todo eso es mío. Todo esto lo tengo y lo mantengo.
Escribir que te extraño mientras busco las palabras que te hagan temblar con cada verso.
Decirte tan solo que añoro el sabor de aquel vino compartido, el olor desprendido de tus hombros mientras libabas por debajo de los míos. Que el último recuerdo antes de dormir sea el calor de tu cuerpo en mi espalda. Y lo primero que evoco al despertar: tu mirada.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Chupitos de vida.

Nos empeñamos en leer derecho en reglones torcidos. Nos engañamos consumiendo sorbitos de vida, chupitos de ilusión. En escribir en pantallas, navegar por redes infinitas llenas de maraña, musarañas, en busca de: imágenes, sonidos, músicas que nos inspiren. Y a nuestras espaldas está la vida en forma de puerta que se abre: al sol, a la mañana, a la hoja de acacia, al vencejo, al niño que descubre, la flor que estalla, la niña que crece tan guapa, el hombre que espera, la guagua que tarda, la playa, la arena, mi barra, mi Peña (la vieja), el cielo infinito, la primavera, la nube, la palabra…las palabras.

viernes, 30 de octubre de 2009

La valija

Dudó de que aquella maleta fuera lo suficientemente grande. Comenzó por doblar aquél suéter azul y pensó: no se culpe a nadie. Guardó los libros de Anaïs Nin, junto con aquel marcador olvidado. Dobló con cuidado sus vaqueros y atrapó unos cuantos suspiros (esos besos que no damos), la camisa gris, la blanca, la negra. Los calcetines rellenando los huecos junto con las cosquillas y todos sus gestos. Siguió doblando recuerdos, se llevaría consigo sólo los buenos…los malos los tiró sobre la cama con rabia. Al ladito de los sombreros metió algunos de sus sueños. La bufanda para el frio cobijando algún orgasmo. Entre sus pañuelos, los olores cotidianos (los de su pelo, su cuello, su pecho…). En el neceser de mano, cercano al dentífrico guardó los besos, los secretos, los susurros. Con la lencería fue doblando mañanas, tardes, noches, madrugadas de sexo: pasional, tierno, breve a veces. En los guantes metió caricias, mimos, unidos al roce de las puntas de sus dedos. Por último guardó los zapatos, los fetiches… pies descalzos caminando por los sueños. Pero, no guardó espejo alguno, simplemente –cual Alicia- cruzó al otro lado.

Promesa

El dolor de partir se mezcla con la alegría de la promesa de la vuelta. La mitad de un cuerpo queda en el andén y la otra mitad se va en el tren. Pero las almas quedan hasta el reencuentro suspendidas en el tiempo y el espacio. Abrazadas fuertemente: desnudas, despojadas, huérfanas…Los cuerpos separados, se convierten en autómatas de ojos opacos, labios sin risas, de pies sin prisas.

viernes, 9 de octubre de 2009

Espera

Sentada al borde del muro de la vida, aferrada a tu mano miro; miro hacia adelante y veo vida. Porque si tú tomas mi mano, no hay miedo, no hay dudas ni silencios. Al borde del muro de nuestra vida estoy sentada.
Sentada en el borde de mi vida en esta calma chicha que anticipa la tormenta que se avecina. Y en la tormenta veo tu barco con la proa enfilada directamente hacia a mí. Y eso es lo que importa, la tormenta pasará, y tú arribarás a mí que estoy sentada al borde del mar de nuestra vida en esta calma chicha.

jueves, 1 de octubre de 2009

Memento mori

Rafael Arozarena Doblado (Santa Cruz de Tenerife, 4 de abril de 1923- ibídem, 29 de septiembre de 2009) fue un escritor español, poeta y prosista. La obra de Arozarena está considerada, tanto por el público como por la crítica, como una de las contribuciones más interesantes a la literatura canaria de la segunda mitad del siglo XX.

Sus inicios están ligados a autores como Víctor Galtier o Víctor Zurita; en los años cincuenta y junto a otros escritores tinerfeños (como Isaac de Vega, Antonio Bermejo y José Antonio Padrón) forma parte del grupo fetasiano, que en medio de la opresiva realidad de los años del franquismo desarrolló una visión sobre la literatura, el ser humano y su difícil relación con el mundo que constituye una pieza fundamental de la cultura canaria contemporánea.

En 1988 obtuvo junto a Isaac de Vega el Premio Canarias de Literatura. En el año 2000 ingresa en la Academia Canaria de La Lengua.La obra de Rafael Arozarena (traducida al alemán, rumamo e italiano) abarca tanto la poesía como la novela. Dentro de este último ámbito, [[Mararía (novela)] es su obra más conocida, de gran relevancia en su tierra, donde es considerada como una obra clásica de la literatura canaria. Fue llevada al cine en 1998 por el director Antonio José Betancor, con la actriz lanzaroteña Goya Toledo en el papel de Mararía y con música del cantautor tinerfeño Pedro Guerra.

Rafael Arozarena realizó además abundantes colaboraciones en la prensa de las islas Canarias.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Arena y Espuma

Mi casa me dice: no me dejes porque aquí mora tu pasado, y el camino me dice ven y sígueme porque soy tu futuro.
Y yo le digo a mi casa y al camino: no tengo pasado ni futuro. Si me quedo habrá un deseo de marcha en mi estancia. Y si me voy habrá un deseo de estancia en mi partida. Sólo el amor y la muerte transforman todas las cosas.
Gibran Khalil Gibran

jueves, 17 de septiembre de 2009

Ple-Amar

A veces la vida no es tan compleja, es tan sencilla como mirarme en tus ojos verdes de mar y navegar.
No me preguntes marinero: cuán de cargada llevo mi maleta. Mi equipaje, ahora, es ligero y no importa lo que guardes en tu petate.
El pasado no existe, en el futuro apenas creo. Siempre es hoy y en ti navego.
Marinero, tus lágrimas me saben a mar… A ese mar de Amor, de amor Amar.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Redecorando ausencias

Hoy quiero jugar, te propongo inventar una nueva realidad. Haremos cómo si no nos separaran dos Continentes, dos Océanos, dos Vidas. Por un instante vamos a sentirnos mimados por ésta (ya sabes...esta entrometida) y creamos, volvamos a creer.
De la misma manera que redecoré esta isla entera para ti (pintándola de: dunas, paseos, cruces, caminos, olas, mares, nubes, calderas, balcones, ventanas, fuentes, plazas, barcos, sabores, calores, sonidos, vientos, brisas, risas, lágrimas, olores, perfumes, santos, descubridores, perros, palomas, gaviotas, sal, miel…), redecoraré tus sueños.
Hoy seré la niña ventanera escondida tras la cortina que mece el viento en la ventana de aquella calle, de aquella Isla, de aquel Archipiélago en aquel Continente ¿inventado?
Y desde la niña que fui –que soy- te espío buscando el enmarque perfecto de mi memoria, mientras tú, ahí, en esa calle, buscas el magistral encuadre para esta ventana abierta al mar.
Hoy sentada en esta plaza, donde es evidente que no estás, la calle Remedios –aquí a un lado- me consuela de tu ausencia. La Peregrina –justo de frente- se burla y me invita a pasear; entonces me rindo y voy hasta tu recuerdo que se empeña en tomarme de la mano, en llamarme por mi apellido, en enredarse con mi pelo…Y juego.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Te voy queriendo, pero de apoquito.

Hoy he decidido escribir desde la frialdad, como me pidió mi maestro y vienes repitiéndome tú, desde que me lees. Y es curioso, porque en realidad lo que te interesa saber es lo que siento.
Fríamente, me parece que me repito o te repites una y otra vez. Las palabras se nos agotan, se nos escapan, se nos licuan en la boca. S
e nos cansan: la boca de hablar, los dedos de teclear y la cabeza de soñar.
Las cosas pasan porque tienen que pasar, seguramente, sin buscarnos nos encontramos y -te repito- ese fue el día de la suerte.
Centrándome en ti, únicamente en ti. Ya sabes que me disperso, me despisto, me disgrego…Te digo:
No soy de pactos más que nada porque los contratos están para saltarlos, romperlos, violarlos…Si no recuerda el “único” (de qué nos valió).
Pero, acepto el compromiso de que me vea en ti, de que te veas en mí... De que me hagas feliz, de hacerte feliz.
Ahora te digo: no puedo evitar poner cara de boba cada vez que te leo, cada vez que te oigo, cada vez que te sueño.
Cómo te decía, como te iba diciendo: Hoy he decido escribir desde la frialdad.

viernes, 28 de agosto de 2009

Princesa Valente de Curazao

Había una vez una princesita llamada Valente. Vivía en el país De Los Bellos Amores- este país sólo existe en los sueños de los que aman de verdad-. Se pasaba el día y la noche durmiendo cobijada por una planta de aloe, esperando a que sus padres se encontraran y se amaran. Y tal vez, entonces y sólo entonces, la princesita despertaría a este mundo.
Su madre soñaba engendrar -del amor más grande- una niña.
Su padre fantaseaba con encontrar a alguien a quien poder amar tanto, tanto, tanto, que de ese amor naciera la más bella y valiente flor.
Así fue cómo desde dos puntos muy, pero que muy distantes: un hombre y una mujer acariciaban el mismo sueño. Tras mucho tiempo -ese hombre y esa mujer- se encontraron sin buscarse. Se reconocieron, se supieron, se anudaron y se amaron.
Valente, despertó del país De Los Bellos Amores y se hizo realidad en éste.
Cuentan de que el aloe posee muchas propiedades curativas. Ahora tú al igual que yo sabes que esto es debido al amor, al verdadero amor. Y a esa princesa llamada: Valente, a la que tanto tiempo esta planta abrigó.

martes, 25 de agosto de 2009

Recogedor de lágrimas


La niña estaba triste, la niña lloraba, y para distraer su pena cebollas pelaba. ¿Qué tendrá la niña qué suspira con tanta pena? Con el jugo de la cebolla disimulaba, pero la niña está amarga a mí no me engaña. Cascaras de cebollas recogedor de lágrimas.

Todo, tú.

Todo cuanto anhelo es apagar esta sed con tu boca esa que no se equivoca.
Todo cuanto quiero es que me sostengan fuerte tus brazos por no decir abrazos.
Todo cuanto ansío es perderme por el laberinto de tu pecho sin despecho.
Todo cuanto espero es verme en tus ojos risueños de sueños sin enojos.
Todo cuanto deseo acaba en ti,
empieza en ti,
reside en ti.

martes, 18 de agosto de 2009

Temblores

Necesitaba creer. Siempre pasa cuando piensas que vas a tocar fondo y te preguntas: ¿Qué hago con este muro en donde me empeño una y otra vez en chocar?
Pasa que me rompo, me voy de plano y asisto como libre oyente de esta cosa que convenimos llamar vida (más que nada por abreviar).
Y el tiempo, este compañero que sobra o falta, pero siempre transforma, nos cambia la perspectiva.
Y somos capaces entonces de ver: matices, gestos, silencios, miradas, y, ese detalle -justito aquel- que no vimos, hoy se nos aparece nítido, encajando otra pieza en el puzle.
Y con la bendita pieza ya no te sientes tan roto, tan solo, tan loco. Y sin buscar encuentras esa sonrisa llena de vida; esa palabra cuya voz te tranquiliza; esa alma que toca tu alma.
Y tiemblas…
Y quieres…
Y crees…

Princesa sin corona


Cansada de besar príncipes que se convertían en sapos, se escapó con el jardinero de Palacio. Con la absoluta certeza de que éste jamás se transmutaría en semejante batracio.

jueves, 13 de agosto de 2009

Mujer qué dice “hola”



Y ahí estaba yo viendo pasar la calle y te vi – fue el momento en que cambió mi suerte- esperabas algo o a alguien, no sé.
Y aquí estoy inventando en ti siempre en ti, a que te decidas a surcar la calle, a buscarme.
Y allí te aguardaré vestida: de amiga, de amante, de vida…calzados los pies de aire, licuándo-me poco a poco espero no rebosarme.
Y entonces me beberás sorbo a sorbo, vestido de frac, ese que siempre te pones para saltar de este lado.
Y así es como te veo, igual que en aquel instante, en qué nos cambió la suerte, en medio de aquella calle, limitados de absurdas gentes.

Vivir en condicional


Si estuvieras aquí, la vida me arrastraría a correr cual conejo de Alicia (ya sabes amor): “No tengo tiempo, no tengo tiempo”.
Si estuvieras aquí, verías la sonrisa tonta que se dibuja en mi boca sólo con pensar en ti.
Si estuvieras aquí, sentiría el roce de tus manos, tu brazo en mi cintura y, el calor de tu aliento en mi nuca sin tener que imaginarlo.
Si estuvieras aquí…te diría: ¿Por qué has tardado tanto en venir? Y ya era hora, y, no me has hecho sufrir, no, amor, sólo esperar.
Si estuvieras aquí, no habría condicionales, viviríamos en gerundio -acaso hay otra forma-. Por eso mientras llegas, mientras vas llegando, mejor te sigo: soñando, pensando, imaginando, silabeando, amando(nos).

lunes, 20 de julio de 2009

Tu noche y la mía

En su vida no hubo la perfecta historia de amor, ni siquiera se puede decir que alguna vez lo conoció. Se alimentó de vidas prestadas, de noches paralelas, de búsquedas de equilibrio, de sueños robados, de borracheras eternas.
Aquella noche bailaron hasta quedar exhaustos, olvidando sus vidas grises, sus bolsillos vacíos, sus viejas heridas.
Decidieron olvidar las mentiras y vadear la traición, y uno y una no son dos, y en aquella noche sin luna, mirando desde la ventana el mar, llenaron de vida y de sal el corazón, pero no hubo promesas de amor.
Y en esa villa al este de Edén pasaron las horas, y una y uno no son dos que eran tres. El mundo ajeno a su noche, giraba, mientras ella le llenó de calma, él la enseñó a volar sin alas.
Cantaron una vieja canción y ella lloró al sentirse otra vez la chica de ayer. Aunque no hubiera un jardín, ni colibrí, ni flores con las que jugar.
No pudo encontrar las palabras para atrapar el instante en que el corazón estalló de felicidad, por eso, y por nada más, se fue junto a la alborada.
Por eso siempre será aquella noche...
Y si la vida da otra oportunidad, el destino hará un nudo con sus brazos. Bailaran en una nueva noche con luna, con mar, con besos de vida y de sal.
Sobraran las promesas…
Ellos saben muy bien: uno y una no son dos, que son:
Tu noche y la mía

viernes, 17 de julio de 2009

Y...


Y ahora te vas
Consigo que leas
a Lorca
y te vas
Te emocionas con
Gil de Biedma
y te me vas
Descubres a Galdós
y te vas
Encuentras de casualidad
un poema de Octavio Paz
y justo ahora vas
Y te vas

Motivaciones



Cada día se levanta de su cama por un solo motivo: ama ciegamente al escritor, el hombre casi no existe.

Cansada de tanta soledad, de no haber podido encontrar a esa alma gemela, con la que poder compartir tantas inquietudes…ambiciones.

Caprichoso, como siempre, el azar, quiso que lo conociera y ya sólo creyera en él; tanto como nunca había creído en ella misma.

Capacitada para guiarlo en su camino, convencida de que él era poseedor del talento que ella nunca tendría.

Cabezonamente se empeñó en empujarlo a lo que creía era su destino: ser escritor y publicar por lo menos un buen par de libros.

Cada día se levanta de su cama con un solo objetivo: visitar librerías con la secreta esperanza de que alguna vez, por fin, los encontrará en alguna estantería.



miércoles, 8 de julio de 2009

Por puro placer

Hoy voy a tener un buen comienzo. Esperando a que ocurra algo, cualquier cosa.
No más vida plana, días idénticos con noches vacías. Voy a acertar al elegir tu número.
Hoy voy directamente hacia mi futuro. Tú pasas corriendo y te agarro fuertemente.
Sentir el universo en mis manos. Sentir que hoy sale el sol, pero se confunde con tu risa.
Sentir la brisa en mi espalda junto con tus caricias. Sentir las puntas de tus dedos recorriendo mis manos.
Sentir el calor de tus labios en mi hombro y el de tu brazo en mi cintura.
Sentir como en un bucle de tu boca a mis pies: la vida.
Hoy voy a tener un buen comienzo. No más esperas.
Hoy quiero alejarme del
puente por fin.

lunes, 6 de julio de 2009

El lado oscuro del corazón


No sé, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!

Oliverio Girondo

viernes, 3 de julio de 2009

Vértigo

Hay días, semanas, que parece que no vamos a superar, donde las complicaciones dan paso a las malas noticias y a estas le suceden toda clase de imprevistos. Y por fin, es viernes, llegas a casa, te despojas de tus zapatos… y justo en ese instante suena el móvil y, es la llamada que esperabas, que anhelabas calladamente, y todo cambia: un baño relajante, música, elegir la ropa, los zapatos, maquillaje apenas, el bolso… la calle, los amigos, la buena compañía. Y la promesa de la vida (esa entrometida) esperándonos siempre al volver la esquina, al acecho, para abordarnos con un chute de felicidad imprevisto. A veces el mundo se nos aparece perfecto. “En ocasiones el mundo está bien hecho”.

jueves, 25 de junio de 2009

Valente

Me miras, vestidos tus ojos de inocencia y me preguntas: ¿Te irías a Italia? Y ya sabes mi respuesta. Y no me apuesto nada, ya sé que no te gustan las apuestas. Pero juego cada día, vivir es una posta. Y el que no arriesga: no gana, no pierde, no nada. La nada es no mirarse en los ojos de la niña que hoy es vida y es mi apuesta. Y no te importa que este vientre no sea tuyo, lo quieres, porque es mío. Lo quieres, porque lo quiero, y es un milagro, y creo, aunque sabes que no creo. Y debería, solo por ti, y por ella, debería. Convendría creer en los milagros que engendran vidas de capados y menopáusicas. Correspondería creer en ese espermatozoide rebelde que luchó, trepó, protestó, llegó y engendró. La niña esculpida en mi cama, de un sueño imposible, de una última noche silenciosa, sin jadeos, con gritos apagados en almohadas embriagadoras de olores cotidianos. Por padre un Peter sin mallas. Por madre una Campanilla sin alas. Por nombre Valente. Princesa Hera, mírate en los azules ojos de tu príncipe amado, y cree. Me miras, vestidos tus ojos de inocencia y me preguntas: ¿Te irías a Italia? Y ya sabes mi respuesta.

lunes, 25 de mayo de 2009

Acuchillando palabras musitadas

Hoy de repente descubrí que aún se puede ser feliz, tú no eras para mí, lo entendí, sólo vives un disfraz sin nada detrás.
Boca llena de palabras huecas, vanas, fatuas. Repetidas una y otra vez a cualquiera dispuesta a escuchar por ansias de amar.
En este mundo lleno de soledad es fácil creer a cualquier charlatán.
Lo duro viene después, sin las palabras, no hay ser, y lo que nos pareció tan genial, tan original, tan especial, ayer… nos aburre hoy, como nos cansa no ser.
Musitar es una bella palabra, pero no me la musites más, no quiero ser musa ilusa, seré yo mi propia musa no necesito engañar.
Ayer es seguro, te amé, pero no a ti –sábelo- amé a tu disfraz.

domingo, 24 de mayo de 2009

Rarezas

¡Que soy rara!
Dicen
porque no dependo
de los demás
y me siento bien
conmigo misma.
¡Que soy rara!
Porque me llenan cosas
que no son banales.
¡Que soy rara!
Porque busco dentro de mí
para mirar con benevolencia
a los demás y no juzgar.
¡Que soy rara!
Porque he aprendido de los hombres
a tomar y dejar… espacios.
¡Que soy rara!
Porque intento ver más allá
del exterior, de las vestiduras,
de los móviles último modelo.
Del coche de alta gama.
De la pose.
¡Tener mucha vida interior es una rareza!

sábado, 23 de mayo de 2009

Escrito en el espejo

Me estoy volviendo loca, y ésta canción sonando…Nadie me ha escrito nada, ni nadie jamás me ha cantado. No quisiera verme más vieja, sin haber amado. Sin saber lo que se siente cuando amas y te aman. Ya sé, lo sé, que no creo ¿y? No creer que la tierra es redonda no la convierte en cuadrada, quizá digo, que no creo, para consolar mi alma. Tú, que sabes escribir las cosas que a mí me llenan. Escribe, por favor, lo que siento. Siquiera si no conozco el amor, alguien me habrá escrito algo. Cántame, y hazlo, con tu guitarra, cántame, algo bajito, mejor me cantas al alba, delante de aquel espejo donde Gato nos miraba. Cántame, algo de Silvio, mientras huelo tu almohada. No sé, que otras palabras podría darte, aparte de: los espejos, la guitarra, Gato, tu almohada, el amor -que no conozco-. La hostilidad de este mundo, que cuando no la aguanto, me escondo, me escondo dentro de mí, ahí, pero muy al fondo. Entonces vivo otra vida, es la vida de mis sueños; por eso, siempre me creí rara, hasta que te conocí. Ahora, cuando me escondo, en el fondo de mi alma, espero encontrarte allí, para que me cuentes bajito: de que afuera no pasa nada, no sé qué más me dirías seguro que empezaría por: “Si...y después un condicional”. Me siento tan pequeñita, tan ignorante, tan necia, no sé si tendré tanto tiempo, para aprender tantas cosas, tantas cosas que no sé.
Y es cuando alargo mis brazos, tan abiertos, qué no sé...

lunes, 18 de mayo de 2009

Su amor no era sencillo

Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti

sábado, 16 de mayo de 2009

Tu más Profunda Piel

Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía -sábelo, allí donde estés- es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga equívoca fragancia que deja la pipa, en los dedos y que en algún momento, en algún gesto inadvertido, asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu espalda contra el blanco velamen de las sábanas. No me mires desde la ausencia con esa gravedad un poco infantil que hacia de tu rostro una máscara de joven faraón nubio. Creo que siempre estuvo entendido que sólo nos daríamos el placer y las fiestas livianas del alcohol y las calles vacías de la medianoche. De ti tengo más que eso, pero en el recuerdo me vuelves desnuda y volcada, nuestro planeta más preciso fue esa cama donde lentas, imperiosas geografías iban naciendo de nuestros viajes, de tanto desembarco amable o resistido de embajadas con cestos de frutas o agazapados flecheros, y cada pozo, cada río, cada colina y cada llano los hallamos en noches extenuantes, entre oscuros parlamentos de aliados o enemigos. ¡Oh viajera de ti misma, máquina de olvido! Y entonces me paso la mano por la cara con un gesto distraído y el perfume del tabaco en mis dedos te trae otra vez para arrancarme a este presente acostumbrado, te proyecta antílope en la pantalla de ese lecho donde vivimos las interminables rutas de un efímero encuentro.
Yo aprendía contigo lenguajes paralelos: el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que tantas veces me confundía. Con el perfume del tabaco vuelve ahora un recuerdo preciso que lo abarca todo en un instante que es como un vórtice, sé que dijiste " Me da pena, y yo no comprendí porque nada creía que pudiera apenarte en esa maraña de caricias que nos volvía ovillo blanco y negro, lenta danza en que el uno pesaba sobre el otro para luego dejarse invadir por la presión liviana de unos muslos, de unos brazos, rotando blandamente y desligándose hasta otra vez ovillarse y repetir las caída desde lo alto o lo hondo, jinete o potro arquero o gacela, hipogrifos afrontados, delfines en mitad del salto. Entonces aprendí que la pena en tu boca era otro nombre del pudor y la vergüenza, y que no te decidías a mi nueva sed que ya tanto habías saciado, que me rechazabas suplicando con esa manera de esconder los ojos, de apoyar el mentón en la garganta para no dejarme en la boca más que el negro nido de tu pelo. Dijiste "Me da pena, sabes", y volcada de espaldas me miraste con ojos y senos, con labios que trazaban una flor de lentos pétalos. Tuve que doblarte los brazos, murmurar un último deseo con el correr de las manos por las más dulces colinas, sintiendo como poco a poco cedías y te echabas de lado hasta rendir el sedoso muro de tu espalda donde un menudo omóplato tenía algo de ala de ángel mancillado. Te daba pena, y de esa pena iba a nacer el perfume que ahora me devuelve a tu vergüenza antes de que otro acorde, el último, nos alzara en una misma estremecida réplica. Sé que cerré los ojos, que lamí la sal de tu piel, que descendí volcándote hasta sentir tus riñones como el estrechamiento de la jarra donde se apoyan las manos con el ritmo de la ofrenda; en algún momento llegué a perderme en el pasaje hurtado y prieto que se llegaba al goce de mis labios mientras desde tan allá, desde tu país de arriba y lejos, murmuraba tu pena una última defensa abandonada. Con el perfume del tabaco rubio en los dedos asciende otra vez el balbuceo, el temblor de ese oscuro encuentro, sé que una boca buscó la oculta boca estremecida, el labio único ciñéndose a su miedo, el ardiente contorno rosa y bronce que te libraba a mi más extremo viaje. Y como ocurre siempre, no sentí en ese delirio lo que ahora me trae el recuerdo desde un vago aroma de tabaco, pero esa musgosa fragancia, esa canela de sombra hizo su camino secreto a partir del olvido necesario e instantáneo, indecible juego de la carne oculta a la conciencia lo que mueve las más densas, implacables máquinas del fuego. No eras sabor ni olor, tu más escondido país se daba como imagen y contacto, y sólo hoy unos dedos casualmente manchados de tabaco me devuelven el instante en que me enderecé sobre ti para lentamente reclamar las llaves de pasaje, forzar el dulce trecho donde tu pena tejía las últimas defensas ahora que con la boca hundida en la almohada sollozabas una súplica de oscura aquiescencia, de derramado pelo. Más tarde comprendiste y no hubo pena, me cediste la ciudad de tu más profunda piel desde tanto horizonte diferente, después de fabulosas máquinas de sitio y parlamentos y batallas. En esta vaga vainilla de tabaco que hoy me mancha los dedos se despierta la noche en que tuviste tu primera, tu última pena. Cierro los ojos y aspiro en el pasado ese perfume de tu carne más secreta, quisiera no abrirlos a este ahora donde leo y fumo y todavía creo estar viviendo.

Julio Cortazar

martes, 12 de mayo de 2009

La chica de ayer

Un día cualquiera no sabes qué hora es, te acuestas a mi lado sin saber porqué… las calles mojadas te han visto crecer, y tú en tu corazón estas llorando otra vez.
Me asomo a la ventana eres la chica de ayer, jugando con las flores de mi jardín, demasiado tarde para comprender…chica vete a tu casa no podemos jugar.

viernes, 8 de mayo de 2009

Mujer y madre africana

Mientras el sol ardiente
quema mi rostro
que tratas de proteger con tus manos.
Mientras la arena
quema tus pies desnudos
que hunden sus pasos
con la esperanza de dejar huella
de una historia infinita.
Mientras el cántaro rebosante de agua
encorva tu espalda pero no tu corazón,
deseoso de apagar la sed
de los que amas.
Mientras tu vientre
esconde, nutre y protege
el enésimo fruto de tu anhelo,
de un amor más verdadero y humano…
Otros, extraños y lejanos a ti,
a tu mundo y a tus problemas,
que nunca te han visto
ni saben quién eres…
Otros hacen programas
para dirigir tu futuro
y deciden según sus esquemas
cómo y cuándo tendrás que ser Madre…
Otros, usurpando tu derecho de palabra,
pensamiento y opinión,
codifican según sus intereses tu silencio,
pisotean tu dignidad de mujer
e ignoran tu privilegio
de Madre de la humanidad.
Entonces,
mientras el sol ardiente
quema impetuoso tu rostro,
una fuerza nueva te nace dentro
y te empuja a apresurar el paso
para dar vida a tu sueño milenario
de justicia y liberación.

“Elisa Kidané” (misionera comboniana).

lunes, 4 de mayo de 2009

Piel de felpa

Con él llegó el escándalo. La forma en que la tomaba en sus manos, acariciaba toda su piel, blanca, impoluta, y un poco áspera. El cuello que se iba alargando, formando, enroscando. Lentamente aparecía la cabeza más tarde el pico. Así seguía modelando su cuerpo, cada pluma, cada ala, para finalmente y, como nadando sobre un lago aparecía aquel cisne sobre la cama. A veces eran dos, que se rozaban por los picos, formando un corazón entre el arqueado de sus cuellos. Luego, poco a poco aprendimos todas, esa técnica. Las camas convertidas en estanques se poblaron de barcos, flores, gansos…
Quizá, este arte sin nombre, me llevó a obsesionarme. Me veía, en mis sueños, retorciendo toallas una y otra vez, hasta conseguir aquellos cisnes preciosos de cuellos largos, majestuosos, nacarados.
Dormida estaba cuando sentí el chasquido entre mis manos. Al abrir mis ojos lo vi, allí, los ojos desorbitados, fijos, muy fijos en mí.

domingo, 3 de mayo de 2009

Maternidad dorada


Feliz día a todas...

Amor 77

Y después de hacer todo lo que hacen,
se levantan, se bañan, se entalcan,
se perfuman, se peinan, se visten,
y así progresivamente
van volviendo a ser lo que no son.
Julio Cortazar

No hay peor sordo que él, que no quiere oír

Aquella mujer fue lo mejor que me ha pasado: inteligente, amable, acogedora, educada, atractiva, sensual y pasional hasta cortarme la respiración. Odiaba las despedidas, por eso jamás decía adiós. Aún hoy, sigo sin entender que nos pasó. ¿Qué me quiso decir, con aquellas enigmáticas palabras?: “Sin reproches, querido, sin pedirte ni darte explicaciones; porque no es necesario dejar de ser, lo que uno es: ¡Vete a la mierda!”

lunes, 27 de abril de 2009

La cita

Usted fue hasta aquella cafetería. Usted había recibido aquel mensaje donde ella le decía: “Tenemos que hablar es urgente”.
Y ahora usted, ahí sentado, delante de ella, después de pedir un expreso y un cortado con una nube de leche, se dispone a escucharla. Sin atreverse a interrumpirla.
-Sabes que no soy tonta, sé, lo sé, perfectamente que me he enamorado y solo ese hecho me basta. No sentía algo así, hace tanto…ni siquiera estoy segura si alguna vez lo sentí. Cuando estoy contigo no me duele nada, soy feliz, tan feliz. Si no estamos juntos me duele todo, estoy triste y de mal humor. Veo la realidad, ya te digo, no soy tonta. Sé que tú no estás enamorado, ni siquiera un poquito. ¿Qué te hago compañía? Seguramente. También sé que si ella te dice ven lo dejas todo y te vas. Todo esto lo sé y mucho más, ¿qué no soy la única? Claro. De pronto no soporto mi trabajo, ni mi vida ni… ¡Qué día tan raro! De repente lo único que deseo es poder escapar de ti. Dejar de sentir esta tristeza, volver a mi vacío. No, no me digas nada por favor. Me voy, me voy.
Usted se quedó con las ganas de decirle tantas cosas, si acaso una. Usted quiso seguirla, pero se quedó allí. Usted la vio desaparecer al doblar la esquina. Y ahora usted mira la taza de café intacta, usted ve como la espumilla de la leche ha dibujado caprichosamente un corazón.
...
Y ahora usted se dispone a decir algo, pero ella se levanta nerviosa, usted la retiene, ella se resiste, pero termina cediendo a los ruegos de usted. Usted le confiesa que solo piensa en ella, que no sabe si eso será amor; usted le pide otra oportunidad. Usted observa como ella se vuelve a sentar toma la taza de café y, le hace ver el corazón que ha formado la espumilla de la leche en la superficie.
Y ahora usted ríe y siente algo así… parecido a la felicidad.
...
Usted la retiene. Ella sorprendida le mira. Usted entonces le dice que está totalmente de acuerdo, usted ha descubierto lo mucho que necesita a esa otra. Y ahora usted le agradece su amistad, usted le toma una mano y la besa. Usted se levanta y se va. Y lo que usted ya nunca sabrá es lo que ocurre después.
Ella aturdida fija la vista en la taza de café, ve como una cruel broma aquel corazón, dibujado en la superficie, y ríe o llora…eso usted nunca lo sabrá.

lunes, 20 de abril de 2009

La cucharita

Aquel hombre desconocía el significado de la palabra dar. Toda su vida fue puro tomar. Indefectiblemente estaba enfermo. Cansado de visitar médicos, charlatanes que no daban con su mal, se iba desesperando. Sus amigos(los pocos reales que le quedaban) ya no lo soportaban. El trabajo se le escapaba. Las musas ya no lo querían. Su poder de seducción flojeaba. Cada vez más encerrado ante su ordenador como único amigo. Navegaba intentando encontrar la solución. Y poco a poco fue construyendo una vida ficticia donde todo era virtual: los libros, que descargaba y leía; las fotos para el blog, el blog, el face, el messenger; los videos descargados y comentados; la música cada vez más repetida; la comida que algún día probaría; los viajes deseados; los hoteles adecuados; las excursiones ideales; la información oportuna; los juegos más raros; los periódicos (locales, nacionales, internacionales); miembro de todas las causas justas; los blog amigos; los buenos de verdad; las películas antiguas, las películas modernas; los amigos, las amantes…incluso el sexo, hasta una caricia imaginada; un olor dibujado a través de una voz, o, a través de los miles de pixel de una imagen.
Y siempre el mismo sueño en que aquel médico le repetía: falta de amor, sufre falta de amor. Tómese una cucharita de esto cada día y mejorará.
Pero, aunque lo intentó, nada evitó que muriera de soledad.

Un sueño reparador

¡Le prestaría ese dinero! Era su amigo. Su mejor amigo.
Ahora, el papel de Armenia, perfectamente doblado, se consumía lentamente en aquel cuenco. Recordó que esa cerámica fue un regalo de Matías. La lluvia en los cristales, la música suave de fondo, el humo que impregnaba toda la estancia con ese aroma fresco y dulzón. Se dejó llevar por el sopor. Uno no sabe cuál es el mecanismo que nos lleva de un pensamiento a otro, de una idea a otra, de una visión a otra: uno sueña; eso es todo.
Hay veces en que realidad y fantasía se confunden en este duermevela. Los recuerdos fueron saltando de su niñez a su juventud hasta llegar a la actualidad y, en todos ellos, siempre presente: Matías.
Y… se durmió. Los sueños lo transportaron hasta la casa de Matías, allí estaba - su amigo- en la cama con una mujer (la imagen de ella era difusa), fumaban un cigarrillo, a medias, mientras él le decía:
- Deberías llamar a tu marido y contarle cualquier cosa para que no se preocupe, ya sabes cómo es.
-Sí, le diré que estoy en la peluquería y que tengo para un buen rato. ¿De verdad qué lo haremos?
-¡Te he dicho qué sí! Ahora solo depende de él, de que suelte el dinero…
-Lo hará, lo sabes. Tú eres su mejor amigo, jamás sospechará nada.
-Y tú, ¿estás decidida, no te echarás luego atrás?
- Por supuesto que no, lo siento mucho por él, pero se acabó. Te quiero…
La cara de la mujer comenzaba a vislumbrarse, cuando el sonido del teléfono lo despertó. Su mujer al otro lado se disculpa: llegará tarde.

jueves, 16 de abril de 2009

Amar en seco es cansado

Me cansé de estar cansada, me cansé de ser, quién no creo, me cansé de pensar, me cansé de no llegar a ningún lado, me cansé de no estar…
Me cansé y no quiero decir más: que me cansé de buscar y no encontrar quien merezca mi soñar.
Me canse de gritar: que jamás venderé el verbo amar, ni lo exhibiré como un triunfo en sociedad…
Me cansé de escuchar: que yo no te merezco, si eres todo lo que quiero, entonces yo apelo a mi derecho a llorar.
Me cansé de incubar este nido vacío: dejo todo organizado, doblo y guardo mi pasado, me llevo sólo los pecados hasta el juicio final.
Me cansé de sufrir, a punto lo descubrí, decidida compro mi boleto y pongo la palabra fin.

martes, 14 de abril de 2009

¡Cómo esperando Abril!



14 de abril de 1931...

sábado, 11 de abril de 2009

"Ahí te vas con tu sambenito"

Mario Vargas Llosa opina: "La vasta producción de Corín Tellado quedará como muestra de un fenómeno sociocultural". Y eso es lo que no se puede negar a esta autora: su condición de fenómeno sociológico, más allá de sus modas, culturas y los momentos históricos que atraviesan sus numerosos lectores.
Palabras de Corín:
"Dicen que no es fácil vivir de la literatura, pero en cambio yo llevo 53 comiendo de ella; para bien o para mal, soy una autora que cuenta historias, con amor, con desamor, con tragedias, con lágrimas o con risas, siempre he buscado la mejor forma de entretener al público lector, ese gran público como se le suele llamar, que es el que nos alza o nos mengua, porque según les agrademos, así se multiplican las ventas. (...)
He buscado en mi mente la motivación de este afán al trabajo y he de confesarme a mí misma que soy trabajadora de nacimiento, que me gusta lo que hago y que quiera Dios que lo siga haciendo hasta la víspera de mi muerte, o como suele decirse, que me permitan morir con las botas puestas, en este caso será pluma en ristre, para inventar una historia nueva."

martes, 7 de abril de 2009

Reencuentro


No le hacía falta escuchar toda la tarde la misma cantinela, no era necesario, pero lo reafirmó en lo que ya sabía. Fracasado era el término que mejor lo definía. Sí, ella, como siempre, abrigaba la razón.
Tenía que salir del círculo que él mismo había creado; si ni él mismo se reconocía, mucho menos lo harían los demás.
Jamás, ni ante los problemas, ni en las situaciones más críticas, había dejado de ser él. Ahora la tristeza, el mal humor y, el no encontrar algún sentido a nada, ni a nadie, le hacía venirse abajo una y otra vez.
Hacía esfuerzos para reír; ser chispeante, ingenioso, optimista, pero solo conseguía enojarse aún más consigo mismo.
El dolor, era la respuesta, su única respuesta. El cansancio, su rutina. Compadecerse, su vicio favorito.
Las conquistas rápidas le diluían apenas el dolor, pero le consolaban del abandono -otra forma de engañarse-, cada vez más aislado y más culpable…entendió finalmente, que tendría que ganar la batalla él sólo.
Quizá, a su vuelta con las manos llenas y la mirada limpia, ella lo volvería a amar como aquella noche, la de aquel día.

Hasta siempre

...quién no escribió un poema huyendo de la soledad, quién a los quince años no dejó su cuerpo abrazar...
Tú fuiste mi estrella de luz.


jueves, 2 de abril de 2009

El batidor de plata

Todos la llamaban así: la Vagabunda, para hacer honor a la verdad, todos menos uno, el Tabernero, que la llamaba Princesa. Un día, recogiendo cartones, como siempre, en aquellos callejones malolientes; percibió sorprendida un objeto que brillaba en medio de tanta basura. Al acercarse descubrió que era un batidor de plata. -Un batidor, que es como nuestros abuelos llamaban a los peines-. Al levantar la mirada, vislumbró en el cristal de una vieja ventana, su imagen reflejada. El objeto encontrado despertó una coquetería ya olvidada. Comenzó a peinarse, a cada tirón en su pelo, tan enredado, la mitad de los cabellos se partían y caían al suelo, convirtiéndose en finos hilillos de oro. A cada pasada del peine, iban desapareciendo: canas, mugre, ojeras. Su melena brillaba al igual que sus ojos y, sus labios volvíanse gruesos y jugosos como antaño.
Mientras hacía un ovillo con los hilillos de oro, lo vio. Su Caballero, el que nunca la miraba. Ese día venía solo, casi siempre lo acompañaba una Dama muy puesta, muy guapa y algo altiva. Se acercó sonriendo y le preguntó:
-¿Puedo invitarla a un té?
Juntos partieron hasta la taberna, a lo lejos la Dama Altiva alcanzó a verlos, presa de los celos los siguió. La vagabunda relató al Caballero lo ocurrido con el batidor de plata. El Tabernero, ha escuchado toda la conversación; mientras que se acercaba para atenderlos.
-Buenos días, Caballero. Buenos días, mi Princesa-dijo.
Escondida, la Dama Altiva lo había oído todo y urdió la forma de robarle el batidor a la Vagabunda. No se dio cuenta de que el Tabernero la observaba, éste no alcanzó a entender lo extraño de la escena.
La Vagabunda, gracias a sus cabellos convertidos en oro, se compró una modesta, pero bonita casa, tenía hasta un pequeño jardín. Su Caballero no dejaba ni un día de visitarla.
Uno de aquellos días en que andaba atareada en el jardín, la Dama Altiva (que estaba al acecho, esperando la ocasión) entró y, rauda y veloz se apoderó del batidor.
Por el camino hacia el pueblo, se cruzó con el Tabernero, éste iba a visitar a la Vagabunda -su Princesa-, que lo había invitado a tomar un té en su nueva casa.
La encontró en el jardín, se saludaron y pasaron a la salita. Ella puso la tetera con el agua a calentar y le dijo:
- Disculpa por mi aspecto voy a asearme y a poner orden en mis cabellos.
No encontró el batidor, lo buscó; pero no logró encontrarlo, estaba segura de que por la mañana, al terminar de peinarse, lo había dejado ahí. Salió preocupada hasta la salita. La tetera pitando avisaba que el agua ya estaba lista, la apartó del fuego.
-Tabernero, no encuentro el batidor.
-¿Has mirado bien, Princesa?
Juntos buscaron por toda la casa; pero nada, había desaparecido. La vagabunda lloró abatida. Él trató de consolarla, ella le pidió que se marchara. El Tabernero se despidió taciturno.
Pasaron varios días y la vagabunda se fue apagando; como antes volvió a estar triste, no se aseaba y, sin su batidor, tampoco se peinaba. Su Caballero dejó de visitarla. El único que seguía viéndola; como siempre, era el Tabernero, que no sabía ya qué hacer para consolarla.
La Dama Altiva y el Caballero volvieron a frecuentar juntos la taberna. Se fijó, entonces, en que la Dama iba, aún, mejor vestida que antaño. De pronto, lo vio claro, recordó la extraña escena del día en que Princesa encontró su batidor y, de que el día en que este desapareció, se cruzó con ella por el sendero. ¡Voilá!
En un descuido de la Dama, el Tabernero tomó su bolso, detrás de la barra lo registró y encontró el batidor de plata. Lo escondió y devolvió el bolso de la Dama; sin que esta, se percatara de nada.
Corrió en busca de su Princesa. Esta, al ver su batidor de plata, se puso muy feliz. Mientras escuchaba, atentamente, toda la historia, comenzó a ver al Tabernero de otra manera, reconoció tristemente que ella nunca, hasta ese momento, lo había mirado. Él, alentado por aquella mirada, tan tierna, le confesó su amor.
Después, Princesa y Tabernero se casaron. ¿Es necesario decirlo?
Pusieron el batidor a buen recaudo. ¿Es necesario decirlo?
Fueron felices por siempre jamás. Naturalmente. ¿Es necesario decirlo?

domingo, 29 de marzo de 2009

Narcís el monótono

Ella no era muy de creer en presagios, visiones, augurios… No obstante, no pudo evitar sentirse invadida por el desasosiego tras despertar y recordar su extraño sueño.
Mientras se preparaba un café bien cargado, para terminar de despejarse, acudió a su memoria, como en una película, lo soñado. La escena era la siguiente: en un bosque al pie de un lago, dos hadas hablaban entre ellas.
-Onírica, tienes que hacer algo con ese tipo, que es incapaz de querer a nada, ni a nadie que no sea él mismo. Sabe cómo tejer redes de encanto para atrapar a esa pobre crédula; tan solo para obtener algún beneficio: un trabajo, una casa, un viaje… Es capaz de cualquier cosa para conseguir su objetivo. Luego se hará el ofendido, el dejado, o, simplemente, el loco… Esto último le funciona siempre.
-¡Ay! Ondina, pero es tan encantador, tan seductor, tan enredador… Con esas frases tan epatantes que utiliza: “Cómo pude vivir antes de ti… rondarte es un placer; porque eres mi musa, me inspiras, me imbuyes…” Y, ante un poeta así, ¿qué mujer podría resistirse?
-Ninguna, de acuerdo, por eso tenemos que actuar. Ayudar a esa pobre cándida.
-Muy bien, Ondina, esto es lo que haremos: ya que eres el Hada del Lago, te toca a ti meterte en el espejo del salón; y reflejar el alma de todo aquél que se mire en él.
-Y tú, Onírica, Hada del Bosque de los Sueños, ¿qué harás?
-Ya lo estoy haciendo; estamos metidas en su sueño.
Apurando su café, recordó que el espejo ya se encontraba en el piso cuando lo alquiló. Sin darse cuenta, se dirigió hasta allí y, contemplándose no pudo sino reírse. Delante sólo estaba su salón, ella en pijama y un sol radiante que iluminaba toda la estampa... invertida, claro.
Por la tarde regresó a casa después del trabajo, con su chico, Narcís, aquel vendedor de seguros que se creía un poeta. Y allí delante del espejo lo que vio fue un paisaje árido, con un tipo tétrico, sombrío… rodeado de cadáveres.
Él no paraba de hablar de sus cosas, de su ombligo, de su… de él. De pronto, le pareció el tipo más soso, anodino, mediocre, aburrido, insustancial, plomizo y, monótono.
Mientras le rogaba que se fuera, por favor, que ya lo llamaría, que ya hablarían otro día, le pareció ver en el espejo a Onírica y a Ondina, sonrientes, guiñándole un ojo.

Narciso y el espejo mágico

Erase una vez una campesina, que estaba enamorada de un joven poeta, apuesto, atractivo y galante.
Mientras dormía…Una noche: Onírica, que era el hada que habitaba en el bosque de los sueños; quiso prevenirla –mi buena campesina, cuídate del falso poeta, ya, que es incapaz de querer a nadie fuera de él mismo. Sabe como tejer redes de encanto a su alrededor, para atrapar a las jóvenes inocentes como tú; pero sólo te usará en su propio beneficio. Aquí te dejo este objeto mágico, es un espejo: tiene la facultad de mostrar el alma-le dijo.
Al despertar, la campesina, lo halló a su lado, en la almohada. Lo tomó y al mirarse en él contempló la imagen de una chica muy hermosa, rodeada de ángeles, pajarillos, mariposas...
Entonces, se fue en busca de Narciso, que era el nombre del poeta. Lo encontró en la plaza del pueblo, rodeado de bellas muchachas, que le oían fascinadas.
El poeta, al ver a la campesina se acercó, sonriente. -¡Hoy estas tan guapo! Mírate- le dijo ésta.
Ante los ojos, atónitos, de ambos, apareció reflejado en el espejo, un hombre muy feo, muy oscuro; rodeado de un paisaje gélido, y de múltiples espectros, que imploraban y se desangraban arrastrando cadenas. El pecho opalino dejaba ver un corazón aciago, perverso, negro como el azabache.
La campesina, desconcertada, corrió despavorida y no paró hasta estar muy lejos del poeta, al que nunca, jamás, volvió a ver. El espejo lo guardó como su más preciado tesoro.
Y cuentan, que cuando algún muchacho, fuera o no poeta, la cortejaba, ella le hacía mirarse en el espejo. Así, conoció al que fue el amor de su vida, pero esa es otra historia…

jueves, 26 de marzo de 2009

Tributo a José Antonio Padilla

No hay otra forma de vivir
Como el que cuenta rayos en una noche de tormenta
y sabe que todo está escrito.
Como el que se asoma al último puente del mundo
en el último día de su vida
y sabe que no hay más luz que la de unos ojos.
Vivir así.
Como quien mira sin preocupaciones
y sabe
que a un día monótono
le sucede otro inolvidable.

Insomnio

Hoy todo se agolpa.
Pero, lo que más, mis emociones. Y, entre ellas, mis quebrantos.
Allá van…
Qué hago aquí,

en esta intimidad de brújula,
al este
de un barrio sin futuro.
Qué hago aquí,

imaginándote
sílaba a sílaba,
deletreándote
hueco a hueco.
Debajo de mi insomnio

parece que hace guardia un coche fúnebre.
¡Vaya día! Quizás tendría, pero no debo. Siento ser opaco.


Del libro, Noches Áticas, de este joven (1975-2009) poeta malagueño

En el último número de Nadadora nos dejó estos aforismos:

En agosto, los mitos no son válidos.
*
Ya sabes: cuando las raíces tienen dolor, las flores tienen artritis.
*
Todo lo que tiembla es algo que ya ha temblado.
*
Los límites de la posmodernidad van más allá de las alambradas.
*
Recorro tu claridad y voy devolviéndole memoria a mis eclipses.
*
Síntesis o secuencia, espejismo fiel: impura sombra.
*
También las palabras son un instrumento financiero.
*
Las cuevas están llenas de aire fosilizado.
*
Bergamín: escritor en bruto.
*
El estilo no es una suma de cortinas.
*
En la teatralidad de las formas no hay fondo.
*
La imprecisión de lo leve es una precisión más suave.
*
Se quitó el sujetador: abrió la puerta de su confitería.
*
"Lo más importante de la poesía: no buscarla, no esperarla. La poesía se presenta en cualquier rincón de la vida, insospechadamente, con sus ojos de metal líquido, su rostro de futuro imperfecto y su cintura de niebla congelada".

martes, 24 de marzo de 2009

Eso es todo

Uno escribe; eso es todo. Hace nada, apenas un instante, me reencontré con este placer de escribir…no me atrevo a decir literatura. No sé el momento en que alguien leerá esto. Si logro, que, tan solo tú, te conmuevas. Te identifiques, con lo escrito; habrá valido la pena. Quién sabe cuándo se abre esa puerta en la que tú y yo, somos uno, pertenezcamos o no a la misma época…esa es la magia…esa es la literatura. Por eso no entiendo que alguien, que me ha enseñado tanto, quizás, sin -ella- siquiera saberlo; destile tanta envidia, tanta mediocridad. Me pregunto: por qué no escribe, por qué pierde tanto tiempo en majaderías. No puedo evitar estarle agradecida, mis padres me enseñaron a ser bien nacida. Lástima -pienso que- si yo tuviera su talento…
Yo, seguiré sus consejos: estudiar, leer, escribir, escribir, y escribir. No pretendo nada, no envidio a nadie, si acaso, admiro hasta al más pésimo. Porque escribir es un arte y, como tal de alguna manera te eleva de una vida trivial, superficial, necia …no sé, mi cabeza es una cajita de pensar, esto es una salida, y como otros muchos escribo con mis tripas: uno escribe; eso es todo.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Lo absurdo de la primavera

La primavera lo suaviza todo, nos aparta de esta pegajosa melancolía, nos predispone a salir, a reconciliarnos con la vida. Nos anima a tirar todo lo viejo, a comenzar de nuevo. Animado por este maravilloso día, me dispongo a pasear.
A mitad del paseo mi cabeza (ya casi despoblada) comienza a sufrir los estragos de tanto sol. Sigo andando sin encontrar árbol, fachada, saliente… lo que sea, que me proporcione un poco de sombra. Las gotas de sudor corren por mi frente, alcanzan mis ojos, que ahora me escuecen y entonces es cuando lo veo ahí, en el escaparate, un maravilloso sombrero de ala ancha. Siempre quise uno así. Sin dudarlo, entro. No podía ser otro que éste, el famoso panamá, hecho de hojas de palmera trenzada. Me queda perfecto, lo pago y retomo mi paseo.
Todo vuelve a ser bello: el paisaje, el sol, el día. Fantaseo con ser: un dandy, un Bogart, un Sinatra, con mi nuevo sombrero. No han pasado ni cinco minutos cuando siento como si alguien desde atrás golpeara mi cabeza, me vuelvo raudo y, desconcertado, compruebo que no hay nadie, vuelvo a sentir la opresión en mi cabeza, intento inútilmente sacarme el sombrero, no hay modo, tal parece que, cuanto más me esfuerzo en arrancarlo, más se hunde en mi cabeza; tomo aire, respiro, pienso en lo absurdo de la situación. Ahora, con mis dos manos sujetando con fuerza el ala del sombrero, tiro, tiro y tiro… Pero sólo consigo hundirlo más: ahora aprisiona mis ojos, mis orejas. Pienso en que es primavera, en que estas cosas no pasan, en que es primavera, en que la cabeza me estalla, absurdamente sigo pensando en que es primavera, en el día hermoso, en mi paseo. A tientas busco un muro, me apoyo, me escurro, me quedo sentado. Oigo el doblar de unas campanas lejanas. Ya no siento el dolor en mi cabeza, ni en mis ojos, noto libre las orejas. Veo entonces mi panameño en la mano de esa señora que se me acerca, no entiendo por qué me miran todos, ni por qué cuchichean entre ellos, yo, absurdamente sigo pensando en que es primavera.

domingo, 15 de marzo de 2009

Filo-entomología

Después de la cena, en la que apenas pudo probar bocado, ella le confesó que en su estómago acababan de nacer unas mariposas, y que él era el único responsable. Se excusó un momento-ponte cómoda- y, dirigiéndose al desván recordó a Darwin, a Vladimir Nabokov, a Karl von Frisch y aquel ejemplar lepidóptero la Valeria tritaea (mariposa vagabunda). Mientras buscaba su caza-insectos, sus alfileres y su tablero, pensó que esta vez necesitaría, también, su cuchillo jamonero. Amanecieron abrazados sobre la cama, ella con el vientre abierto en canal; entre las vísceras ensangrentadas cientos de larvas y crisálidas de arañas. Él, a su lado, tan pálido como las sábanas; sobre el pecho una viuda negra seguía inoculándole su dulce veneno.