Lo más fácil hubiera sido la verdad. Pero ¿y entonces la vida? No quería su compasión, ni sentir su lastima. Ahora, más que nunca, necesitaba sentirse viva, como aquella noche, como aquel día. Sentirse normal con sus miserias, sus lágrimas, sus risas y, a ratos de, esos algos, parecidos a la felicidad. Era tan sencillo, ser feliz, le bastaba con su compañía, su palabra, su silencio, su mirada. Contemplar serena cada gesto, saboreándolo todo. Compartir: una copa de vino, una lectura, mientras oían de fondo, sus canciones favoritas.
Intervenir de una misma realidad, equivale, a veces, a estar en planos diametralmente opuestos. Por eso sus prisas, sus ansias y sus ganas; combatían con él y, sus desganas, su vísteme despacio y sus mañana, mejor lo dejamos para mañana. Entonces ella reía con la más acogedora sonrisa. Pensaba ¿quién me asegura a mí el mañana? Sí, cierto, hubiese sido más fácil, más oportuno, contarle que: cada nuevo día, al despertar, daba gracias, tan solo, por seguir allí.
Pero, como explicarle: que todo ese miedo sentido por él, al compromiso, a compartir, a volver a amar y quizá incluso, a volver a fallar; no tenía ningún sentido (no con ella).
Distraído, como siempre, ni siquiera se había percatado de aquella sombra perenne, que impávida la acompaña, ni del frío, ni de la guadaña.
2 comentarios:
Hola hola Maite...
Leyéndote, a toda velocidad como no podía ser de otra manera por esta época, he vuelto a echar mucho de menos hacerlo habitualmente. Quizá por eso no entraba a verlos, aunque tuviera dos minutos libres...porque los echaría de menos ;)
Espero volver en breve a molestarlos un poquillo con humildes letras y a encantarme con sus textos.
EN fin, hasta para este comentario voy con prisas...lo siento ;)
Apreciada amiga...muchas gracias y feliz año nuevo. Espero que te acompañe la felicidad todo este año y después se acostumbre a no dejarte.
Besos,
Lisandro.
Hola Li...gracias y te deseo lo mismo y más...
dos besos
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