Allí estaba de nuevo, desnuda ante él. Dejándose acariciar cada curva, cada hueco, cada poro de su piel. Lo advirtió inundando los rizos del pelo con el vapor de su aliento. Luego aquel resplandor fulminante de su mirada le hizo cerrar los ojos y concentrarse sólo en el placer. Dejó que la invadiese. Se entregó enteramente. Inundandola con su calor.
Notó como le quemaba la boca y apretó fuerte los labios. Lentamente fue descendiendo por el cuello, por los senos, le hizo cosquillas al llegar al ombligo. No aguantando por más tiempo sus envestidas, se giró.
Fue entonces cuando las caricias ascendieron desde la punta de los pies hasta su espalda. Suaves rayos que calientan cuerpo y alma. De pronto una gran nube negra llega y lo esconde. Resignada recogió su toalla y se alejó cantando, radiante en su primer día de playa.
4 comentarios:
Muy sugerente y bello, ;). No te quemes.
no me quemo , no. Gracias, dos besos
¡Que bueno! Me gustan tus escritos!
gracias Karen, y bienvenida a mi mundo
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