Salió muy temprano de casa, decidida a encontrar la bendita escoba. Recorrió incansable comercios, grandes almacenes, tiendas de aceite y vinagre. Fue en una de éstas de toda la vida, donde finalmente encontró lo que buscaba.
De vuelta al hogar y cual bruja comenzó el ritual de preparar una queimada: 1º el orujo, 2º los granos de café, 3º el azúcar, 4º las cascaras de limón, 5º el fuego purificador.
Tras leer aquel conxuro y mientras ardía el alcohol, agarró la escoba y comenzó a barrer cada estancia de la vivienda; sin olvidar ni un solo rincón. Con la vana esperanza de alejar para siempre aquella tristeza de su alma, de su morada, de su corazón.
Al abrir la ventana, allí, a lo lejos, los vio. Era un rabo de nube. Venia montado en su unicornio azul.
3 comentarios:
con un rabo de nube has introducido junto a mi escritorio muchas evocaciones y cierta magia en esta tarde de tareas miles.
me encanta la magia. Siempre la espero...
Gracias por tu visita
Y a veces llega.
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