No me gustan las despedidas por eso nunca digo “adiós” tú que eres tanto, o más despistado que yo, (no me lo discutas) se que te has dado cuenta. Me gusta saludar y despedirme, con dos besos en la cara, por carta lo mismo, siempre dos, o muchísimos.
Por un querido y estimado amigo me enteré de esto:
(Franz Kafka escribió a Milena Jerenska una parte secreta de su alma, con matasellos de urgencia: «Toda la desdicha de mi vida proviene, por así decir, de las cartas o de la imposibilidad de escribirlas. Las personas casi nunca me han traicionado, pero las cartas siempre; y en verdad no las ajenas, sino justamente las mías ( ) Los besos por escrito no llegan a su destino: se los beben por el camino los fantasmas. Ellos no se morirán de hambre; nosotros, en cambio, pereceremos».
«Luego del despertar / y mientras aun estabas / en las lindes del día / yo escribía palabras / sobre tu cuerpo», escribiría Valente sobre el desasosiego que produce la incomunicación material en la memoria).
Ahora, lo de mis dos besos, cobra más sentido, si algún fantasma nos roba uno por el camino, al menos que te llegue uno.
Me gusta escribir cartas quizás porque ya nadie lo hace, cartas de verdad, escritas en papel metiditas en su sobre con sellos, matasellos y todo eso, el tiempo que tardan en llegar, en leerse en responderse, para mí es vida…¡todo ahora es tan inmediato! yo soy de otra época, donde el tiempo pasaba más lento. Las distancias físicas o temporales generan deseo de…por eso quizás, muchas veces me pierdo, necesito perderme, pero siempre estoy aquí, siempre vuelvo.
Por eso, mi capitán…no habrá jamás última vez entre nosotros, la anterior vez… como te decía… como te iba diciendo…te pareció, pusimos poca pasión, “en cambio, al menos hicimos más el amor”.
- ¿AMOR? Mi capitán: ¿qué es eso?
-No lo sé, ya no me hago preguntas, solo lo hago eso el “Amor”.
De acuerdo, totalmente de acuerdo, porque ya no creo, pero no hago otra cosa, no sé hacer otra cosa más que amar.
Amo a mis hijos (a los paridos) hasta el infinito y más allá, amo a la vida, al sol que nacerá mañana y borrará la oscuridad de mis noches. A mis amigos, a mi familia, a todo aquel que forma parte de mi estúpida vida…y te AMO a ti... mi capitán, al que nadie conoce, al extraño, al huraño, al gris, al callado, al que se pierde y siempre vuelve, al dulce, al delicado, al presente, al ausente, al genio encerrado en su lámpara (una vida que no le corresponde).
La vez anterior, recuerdas? estábamos llenos de copas y embriagados de palabras y nuestras cinturas mas cansadas y rotas…la próxima vez…será la siguiente.
Por un querido y estimado amigo me enteré de esto:
(Franz Kafka escribió a Milena Jerenska una parte secreta de su alma, con matasellos de urgencia: «Toda la desdicha de mi vida proviene, por así decir, de las cartas o de la imposibilidad de escribirlas. Las personas casi nunca me han traicionado, pero las cartas siempre; y en verdad no las ajenas, sino justamente las mías ( ) Los besos por escrito no llegan a su destino: se los beben por el camino los fantasmas. Ellos no se morirán de hambre; nosotros, en cambio, pereceremos».
«Luego del despertar / y mientras aun estabas / en las lindes del día / yo escribía palabras / sobre tu cuerpo», escribiría Valente sobre el desasosiego que produce la incomunicación material en la memoria).
Ahora, lo de mis dos besos, cobra más sentido, si algún fantasma nos roba uno por el camino, al menos que te llegue uno.
Me gusta escribir cartas quizás porque ya nadie lo hace, cartas de verdad, escritas en papel metiditas en su sobre con sellos, matasellos y todo eso, el tiempo que tardan en llegar, en leerse en responderse, para mí es vida…¡todo ahora es tan inmediato! yo soy de otra época, donde el tiempo pasaba más lento. Las distancias físicas o temporales generan deseo de…por eso quizás, muchas veces me pierdo, necesito perderme, pero siempre estoy aquí, siempre vuelvo.
Por eso, mi capitán…no habrá jamás última vez entre nosotros, la anterior vez… como te decía… como te iba diciendo…te pareció, pusimos poca pasión, “en cambio, al menos hicimos más el amor”.
- ¿AMOR? Mi capitán: ¿qué es eso?
-No lo sé, ya no me hago preguntas, solo lo hago eso el “Amor”.
De acuerdo, totalmente de acuerdo, porque ya no creo, pero no hago otra cosa, no sé hacer otra cosa más que amar.
Amo a mis hijos (a los paridos) hasta el infinito y más allá, amo a la vida, al sol que nacerá mañana y borrará la oscuridad de mis noches. A mis amigos, a mi familia, a todo aquel que forma parte de mi estúpida vida…y te AMO a ti... mi capitán, al que nadie conoce, al extraño, al huraño, al gris, al callado, al que se pierde y siempre vuelve, al dulce, al delicado, al presente, al ausente, al genio encerrado en su lámpara (una vida que no le corresponde).
La vez anterior, recuerdas? estábamos llenos de copas y embriagados de palabras y nuestras cinturas mas cansadas y rotas…la próxima vez…será la siguiente.
2 comentarios:
Lindo...
Escueto...jajajaaj
Dos besos
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