domingo, 28 de septiembre de 2008

La chispa



Admiro la capacidad que tienen algunas personas, para enamorarse, desenamorarse, olvidar en un pispas y a otra cosa mariposa. Me ha sido difícil en general enamorarme, y pasar página me cuesta la vida. Ya no solo con respecto al amor sino con todo tipo de relaciones (afectivas, laborales... ). Si me doy, me doy, para siempre, jamás.

Nadie es reemplazable. Si terminamos una relación, de alguna manera perdemos a esa persona. No viviremos más sus gestos, sus miradas. Todos estamos hechos de pequeños y preciosos detalles. Cada persona es única (y sí, aunque algunas personas mejor perderlas de vista, siempre hay algo que nos hizo enamorarnos). Cuándo una relación termina, indefectiblemente algo se pierde.

Me dediqué tanto a amar, en un momento de mi vida, que me vacié, me sequé. Después tan solo una vez me pareció sentir esa chispa, esas mariposas en el estomago, algo leves, pero con la suficiente gasolina para vivir unos años.

Hace apenas nada, unos minutos, unas horas o unos días, no recuerdo muy bien. He vuelto a sentir la magia. Con ella nació este blog y Mararía.

Ahora tengo ganas de sentir, lo que sea, de vivir, y en eso estoy. Espero, yo siempre espero a que la vida me sorprenda. Espero, bueno… Deseo,quiero.


9 comentarios:

Dulce dijo...

Me encanta el texto, porque es como si estuviera tomándome un café contigo, y encima en una mañana en la que me despierto con varias tareas en mi agenda: desenamorarme, desengancharme, desilusionarme y espabilar!!! Porque yo sí que soy de chispas rápidas, de confiar y transparentarme, claro, así me doy luego de cabezazos, me lleno de despedidas, de sms borrados, números asesinados, nombres de fallecidos y voy metiéndolos dentro de carpetas colgantes que no veas como pesan en el corazón, en la conciencia y en las ilusiones. Y con eso me gané el mote de Doña Soponcios, porque pienso que nadie es imprescindible y que todos los que pasan por nuestra vida y desaparecen no siempre nos hacen crecer, a veces nos hunden, y nos hacen querer volver a nuestra madriguera. Hoy quiero quedarme dentro de ella.

Anónimo dijo...

Me he vuelto una especie de espía. Un espía que te amó, sin amarte... que te disfrutó y disfruta con medida y que aún ahora te sigue viendo detrás de esa cortinilla caduca y fina desde la que siempre se vislumbró tu curiosa sombra curvilínea. Simamichen detrás de su cortina. Mi falta de tiempo es la excusa para sólo acercarme a ratitos y hoy con menos tiempo que nunca me he lanzado a escribir un sencillo buenos días y un complejo gracias por este delicioso momento matutino. Me brillaron los ojos.

Klaus

Mararía dijo...

Sabes a mi me ha pasado lo mismo al leer tu comentario, me ha parecido estar con mi mejor amiga, que le pasa exactamente “eso” que a ti. Tú has complementado el post. Las personas que forman parte de mi vida son todas imprescindibles para mí, de una u otra manera. Quizás porque me cuesta establecer relaciones, elijo bien, no lo sé, pero si me doy me doy…De acuerdo que no todos nos hacen crecer, peor para ellos…

Dos besos dulces redulces y helados muakkkkk

Mararía dijo...

Klaus:

La espía no era yo? la que te amo, ama y te amará...Me temo que estoy abriendo mucho esa cortina no te parece?
Qué bonito estarian esos ojos verdes brillando por la mañana...
Me subo a mis tacones más altos y bailamos? pincha en "unica".
Perdona por perderme pero ya sabes...me pierdo siempre...
Dos besos y gracias a tí porque sé que no tienes tiempo para esto ni para nada.

Anónimo dijo...

Me gusta cuando te pierdes y también perderme detrás de tu nebulosa cortina. Siempre me gustaron las figuras insinuadas, las situaciones casi imaginadas, los espacios compartidos con y sin distancia. Espiar y ser espaido. Espiarte y dejarme espiar por ti. Marlene detrás de esas cortinas de humo o simplemente detrás de aquéllas delicadas y en este caso sí, cortinas de tul.

Un ángel azul, unos tacones de aguja y nuestros cuerpos bailando en la oscuridad. Ya ves mis ojos por la mañana ?

Klaus

Mararía dijo...

Klaus:

Guauuuu!!!

Redactar bien, es condición sine qua non de tu trabajo, pero vamos desconocía que tuvieras alma de poeta… ¡nunca dejarás de sorprenderme!
Tus ojos los veo siempre…brillando felices, nunca vi ojos más alegres, ni verdes? ni azules? ni como en la salve ¡tan misericordiosos!
Pero confiesa ¿tu sigues afectado del mal del altura? Si no viajaras tanto, tan lejos y a esos sitios donde yo quisiera estar, no te espiaría tanto, pero siempre tienes ¡tanto que contar, tanto que dar!…a oscuras Klaus? Bailemos, bailemos pero me perderé lo sabes no podré seguir tus pasos…enciende una luz al menos!!!

Anónimo dijo...

De chiquito me enseñaros los antónimos. Muy bonitos y perfectos ellos. La luz era la perfecta contraposición de la oscuridad. El frío le daba miedo al calor. La visión luchaba siempre contra la maldita ceguera y el negro como era malo, muy malo, reñía un día sí y otro también con el blanco y a veces venía el Coco.

Al tiempo fui olvidando aquéllas alabanzas misericordiosas, tan propias de quienes me enseñaron a discernir entre lo " cuerdo " y lo " chiflado " y mis insanas razones me hicieron más loco. Bendito yo. Mis ojos verdes brillaron un día y se apagaron otros y nunca por ello, dejaron de ser mis ojos. Entendí que el blanco y el negro eran perfectos compañeros, que la contraposición de frío y el calor en mi boca me hacía salivar y que si en mi vientre caliente depositabas un cubito de hielo mis pupilas tendían a dilatarse. Placer.

Marlene siempre encendía una tenue luz y Stemberg la filmaba tras esa maravillosa cortina humeante. Volvía a ser el " ángel azul ". El espía que ama, la tomó por su cansada cintura y danzó al son de su cuerpo y de la línea imaginaria que siempre marca el si menor. La luz creó la sombra, la insinuación, sus miradas, el deseo y sin luz no pudo haber sombra, ni para ellos, oscuridad. Por eso ya no creo en los antónimos, ni en esa luz que llamaban perfecta.

Bailamos?

klaus

Mararía dijo...

Klaus:

Por supuesto bailaremos…
Tal vez porque mi cintura está rota, además de cansada, bailar sea un sueño…tanto o más que volar; y subirme en altísimos tacones una forma de crecer. Las líneas imaginarias marcadas por un si menor, por un la sostenido o un mi mayor, “son mi mejor son”. A la chica del cuarto esa (“simamichen”) siempre le gustó jugar entre luces y sombras a ser Marlene, a ser espía. Estar y no estar, perderse, porque perdida es como mejor está (mentira, tiene miedo de encontrarse).
Tus ojos los veo siempre…brillantes, curiosos, comprometidos, verdes como el trigo verde. Los veo acompañados…y tras tus gafas.
Marlene sigue por aquí tras su cortina cada vez más transparente. Pero jamás será un Ángel ni azul ni rojo (simplemente una mujer), porque ya no cree (si acaso en un par de Ángeles).
Yo espero siempre espero, hoy me toca esperar a esa chica feliz, que tú conociste y ¡tan bien recuerdas! yo apenas…lo único que permanece es la banda musical que suena siempre en su cabeza, los sueños, los libros, la melancolía.

Dos besos y gracias por estos comentarios, tan bonitos que no sé, si merezco.

Anónimo dijo...

M E R E C E S