Aquella mujer fue lo mejor que me ha pasado: inteligente, amable, acogedora, educada, atractiva, sensual y pasional hasta cortarme la respiración. Odiaba las despedidas, por eso jamás decía adiós. Aún hoy, sigo sin entender que nos pasó. ¿Qué me quiso decir, con aquellas enigmáticas palabras?: “Sin reproches, querido, sin pedirte ni darte explicaciones; porque no es necesario dejar de ser, lo que uno es: ¡Vete a la mierda!”
6 comentarios:
JAjajaja, buenísisisimo!
y malvado...
Pe...cuánto tiempo!!! gracias
Dos besos
Dulce corazón...gracias por pasarte un ratillo por aquí...y ese viaje? ya me contarás.
besinesssssssss
Aún no me he ido, el 19 seré una viajera sin pc, con sólo oídos para querer.
Ay, Dulce me paso el día copiándote frases..."sólo oídos para querer"
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