martes, 3 de marzo de 2009

Recuerdo su olor...tan ella

Lo que me atrajo de ella la primera vez que la vi, fueron sus ojos, tan tristes. Luego su olor a mujer y a perfume caro, tan personal, tan ella. Más tarde fui venciendo mi natural desapego, gracias a su ternura, me dejé de a poquito: tocar, acariciar, mimar, me fui entregando. Así me fue enredando, siendo como un perrito faldero, detrás de ella apenas aparecía por la casa. Ésta de pronto parecía más viva, amable, cotidiana.
Recuerdo un día, mientras se duchaba, la cara de sorpresa al verme allí, apoyado en el lavabo, contemplándola con mi cara de bobo.
Luego, aquel sentimiento, que poco a poco iba naciendo en mí: los celos, sí, porque me ignoraba cuando se entregaba a él. La oía reír, gemir, gozar. Yo sé que me quería, también, pero era a él a quien amaba.
Por eso una noche, mientras dormía, no pude aguantar más y le lamí la cara. Se despertó asustada y me gritó: ¡Maldito gato!
Mi amo, que estaba tendido, a su lado, riendo, divertido, dijo: umm… No decías que era encantador, te lo regalo.

4 comentarios:

Dulce dijo...

Qué bueno, me has hecho reir!!!

Anónimo dijo...

Jaja...genial!

Si es que sólo hay una cosa más peligrosa que un gato celoso...una mujer que ignore.

Por cierto, no se lo digas a nadie, pero he entrado en descubridoresdebellezaanónimos.com....si es que no aprendo.

Ssschhhttt!!!

No sé si registralo.

Lisandro

Mararía dijo...

ja ja já...gracias Dulce, está bien para variar no?

Mararía dijo...

ja ja já...¡qué bueno Li...!
La ignorancia es muy mala, malita