Aquel día, ella ordenaba su aguja, su hilo y su dedal. Ajustaba sus alas cuando lo vio llegar. ¿Excusas? Las de siempre: que si Garfio, que si alguna Wendy a la que ayudar, que si fue a la caza de su sombra…Por enésima vez, lo tendría que cobijar.
Chocantemente, lo que él siente, es como le patea el culo: pin, pan y, mientras espera el maldito pum… La ve, es ella, su Campanilla, volando y repitiendo sin cesar: “Peter Pan, pan, pan... Por siempre, nunca, jamás.”
Chocantemente, lo que él siente, es como le patea el culo: pin, pan y, mientras espera el maldito pum… La ve, es ella, su Campanilla, volando y repitiendo sin cesar: “Peter Pan, pan, pan... Por siempre, nunca, jamás.”
4 comentarios:
Este texto me ha encantado.
Gracias,
Lisandro.
Gracias Li...Este comentario también me ha encantado.
La verdad es que Peter atrae al principio, pero poc@os compartiriamos casa o cueva con él. Hay que reconocerlo.
Negarse a crecer está bien, pero a ratos, "todo cansa hasta lo que nos descansaría" qué diría Pessoa.
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