domingo, 20 de julio de 2008

Salpica


Era un siete de Junio, le mandó un sms: -No te vayas sin mi. La recogió con su coche, cenaron. Luego, paseando, la llevó hasta su vieja casa, junto aquella calita de piedras al final de las Canteras. La casa de su niñez ¿Feliz? -Él habla poco de si mismo, pero sus ojos dicen mucho. Ella, habla mucho de todo, sus ojos apenas dicen nada, son el espejo donde se proyectan los otros.

Miraban al mar oscuro como salpicaba, hacia frío, la abrazó, sintió que se fundían sus dolores, esos que les hicieron buscarse sin conocerse. En ese instante nació “algo” que nada tiene que ver con el amor, ni la amistad, ni siquiera con la pasión.

Es otro sentimiento rara vez se da solo nos salpica.

4 comentarios:

Carlos de la Fé dijo...

Como todos los sentimientos: rara vez, rara avis.

Como las cosas buenas, que solo nos pasan rozando.

La hoja de afeitar nos rasura la piel, pero los puñales entran hasta el fondo.

Mararía dijo...

Pero... a veces...a veces son esos sentimientos los que llenan la vida, los que permanecen en el recuerdo, dibujando siempre una sonrisa en el alma.

Gracias Carlos dos besos

Lisandro dijo...

...con su permiso.

Siempre hay algo que me salpica. A veces bueno y a veces no tanto...una hoja de afeitar, un puñal o un beso, pero son esas cosas las que te hacen sentir vivo...saber que llevas la cabeza puesta (En referencia a otro texto tuyo) con sus dolores y sus neuras.

Ha sido un placer descubrite y que me hayas salpicado.

Muchas gracias...

Mararía dijo...

Gracias li...el placer es mío por visitarme y espero seguir salpicando.

Dos besos