Siempre había soñado con echar raíces en algún lugar. Vagabundo perenne, soñador caduco, superviviente de vidas prestadas. Sin ramas donde algún pobre y loco colibrí pudiera hacer su nido, sin flor que se llevara la corriente, sin la capacidad de amar y, sin progenie a quien cuidar.
Se fue transformando en un ser lóbrego, misántropo, pancista… En medio de la nada de un mundo imaginario, tramado, falso. Empezaron a crecerle unos extraños apéndices. Mientras esto pasaba los otros se mofaban de él.
Todos los que residen en sus vidas, con sus ramas, con sus flores, con sus amores y su prosapia.
Y ahí sigue, colgado (y reprobado) en el espacio virtual. Eso sí, por fin ha conseguido echar raíces, esas con las que siempre había soñado.
2 comentarios:
Bueno. Gusta.
Bueno. Gracias.
Publicar un comentario