martes, 30 de marzo de 2010

Calidez

No había mujer más sabrosa, picosa cual comida chilanga, con ese sabor único a mezcal con sal chilada. Llena de vida más que nunca y caprichosa cómo siempre. No paró de bailar -con sus nuevas galochas- bajo aquel aguacero de verano. Se la veía tan contenta.

Post data: las autoridades artísticas advierten: Si es usted una mujer de sal, pasear bajo la lluvia puede ser perjudicial para su salud.

Frialdad


Todo el mundo se lo indicó. Pero, ella terca como siempre, y sorda más que nunca. No atendió a razones. Inútil advertirla una y otra vez: No te conviene, tú eres la calidez y él es un tempano de hielo.

Hoy para celebrar la llegada de la primavera salen tomados de la mano. La lluvia les sorprende en medio del paseo. Atónita observa cómo se derrama entre sus brazos.

jueves, 18 de marzo de 2010

No hago otra cosa

Y recuerden lo que decía Chandler sobre Hemingway:
«Un hombre con talento, un hombre de genio, cuando ya no tiene con qué tirar, tira con el corazón. Cuando no tiene más nada se arranca el corazón y lo tira.»

En medio de este caos encuentro siempre a mí mejor yo, ese que sigue creyendo en ti y en mí. Ese yo que vuelve una y otra vez a aquella noche, a aquel paseo, a tu vieja casa, a nuestros recuerdos. No me conformo, nada me conforta, nada quiero. Sé que todos empiezan a mirarme mal, a no creer nada de lo que digo y cual cinta de Moebius ven de mí sólo una cara, la más patética. Sé -por sus ojos-lo que piensan. Los oigo cuando me creen ausente, me tachan de loca, de ida, de excéntrica.

Amor, mi amor, no te conocen, no me conocen. ¿Acaso es cuerdo el amor? ¿Son cabales los amantes? Estamos de acuerdo en algo: me niego a no sentir. Por eso salgo en tu busca una y otra vez, sin miedo a que la oscuridad de la noche me atrape, de que la luz del sol me ciegue. Y grito tu nombre y corro hasta tu encuentro, me arrancó el corazón y te lo ofrezco porque me basta con el tuyo para seguir latiendo.

No entienden que necesite disfrazarme cada noche en el cigarro que te fumas, en el humo que exhalas, convirtiéndome así entre las filigranas en tu Colibrí. A quién le importa si el torrente de pasiones me arrastra hasta ahogarme, tratando de salvar: la flor de tu risa, el abrazo de tus ojos, las miradas que se desprenden de tus manos (abiertas) y tus puños (apretados).

Y claro, imposible entender de lo que hablo si nadie al parecer cree en las musas.

lunes, 8 de marzo de 2010

Gracias (300 palabras sincopadas y un beso)

Quisiera escribir los versos más alegres este día… mejor noche. Sentir ya sé, porque soy una tipa bien optimista, aunque todo lo que escribo parezca un dislate. Quizá sea, porque cuando estoy feliz no necesito contarlo me basta con disfrutarlo y cuando entro en conflicto mi escape sea éste. Un lienzo en blanco aguanta baldones, no te replica, no se molesta, no te odia; ni le importa que lo mojes con tus lágrimas. Tengo la manía de escribir a mano y en cualquier parte (no sé para qué diablos me compré mi molesquín). Cabal costumbre, si tecleara directamente en mi portátil menudo problema con tanta gota derramada (juro que intento no hacer poesía).
“Me has enseñado tú. Tú has sido mi maestro…” Como en la canción, ahora espero seguir aprendiendo o reaprendiendo. Mejor lo olvido todo, no en vano he descubierto que poseo memoria selectiva ¡Bendita, maldita!
Al igual qué te pasa a ti, me rodea una pequeña corte de ronceros, pero sabes perfectamente que la única opinión que me afecta es la tuya como sé que te interesa muy mucho la mía. La razón la sabemos ambos, también. No precisamos de mentiras maquilladas, ya nos vale con nuestras Soledades (¿Recuerdas?)
Ni a poco ni a mucho se heredan los recuerdos, y los míos me pertenecen, ya puede venir cualquier broncínea a bruñir-me que no hay madres (por cierto, me le das recuerdos a ambas). Recordar es vivir infinitas veces ¿No te parece?
Tranquilo, terminaré puntuando (Ay. Otra vez el gerundio) correctamente. Ya sé que son la respiración de la frase, pero yo o hiperventilo o me asfixio. No me regañes. Esto forma parte de mi encanto. Corrígeme, anda, si lo estás deseando. Cierra los ojos, abre la boca, mueve los dedos, tecléame o bésame. Tú verás (punto y final).

domingo, 7 de marzo de 2010

Un globo de cemento.


No sé si ha sido esta tarde ventosa, o mi dolor de muelas, o las ganas de alejarme de la ciudad, de todo este cemento.
O quizá, simplemente, han sido mis ganas…mis ganas de…
Dejar de sentir mi cabeza, como un globo, a punto de explotar. De sentir este cansancio que me cansa, que me aparta, hasta de lo que me descansaría.
Dejar de fingir lo que no siento y decirte: Que no echo de menos: ni tu cara, ni tu risa, ni tus manos…
¿Cómo echar de menos lo que no se ha tenido?
Pero, fingiendo este dolor no fingido.
Te digo: Te echo de menos. ¡Cuánto te echo de menos!
Y, lo qué más echo de menos: Que seas el primero en leer lo que escribo, y me corrijas, y te rías, y me alientes a que siga.
Eso es lo que echo de menos: al amigo, a mi amigo.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Y vuelve la necesidad

Te propongo:

Hablar… por variar. Lo haremos en voz muy baja. No, no voy a contarte que me pasa. Hablemos, pero de corrido, sin levantarnos, sin besos y sin curitas.
Amar… porque sí. Ya sabemos lo que nos queda adelante -desnudémonos pues- es lo que tiene ser casi viejos amantes.
Vivir…Sí, por qué no. Haciendo poesía y lo mismo me da que no esté de moda en estos días.
Sé de tu necesidad, pero sólo puedo regalarte palabras… aprendidas de la vida.
Sé, que las únicas revoluciones son las libradas desde tu cuerpo y el mío, cada vez más de cristal.
Sé, que algo nos está pasando, por eso en la noche sigo oyendo ruido de pasos y cuando prendó la luz de mi memoria me atacan los recuerdos.
Y entonces, quiero morir o mejor que me mates con la única muerte en la que creo, esa que guardas entre tus labios.
Ves…y eso que no iba a contarte lo que me pasa.

Fuerza Chile