miércoles, 27 de enero de 2010

Sé que nunca fui tu mariposa

Sí, quizá él la describió tal y como era. Los golpes de la vida, su separación, la muerte de algún amigo, la de un familiar no esperado…Todo hizo más mella de lo que parecía. Y sí, no es que ahora no fuera feliz, pero esa huida hacia adelante, la obsesión en no perder el tiempo, dejaba claro alguna carencia. Pudo ser domingo o tan solo parecerlo, cuando abrió aquella ventana para cerrar indefectiblemente esta puerta. Sí, era cierto estaba sola como antes, como siempre, pero era ella; nunca dejaría de ser ella. Y esa certeza era la que a él le pellizcaba el corazón. Siempre sería así y la imposibilidad de merecerla le resultaba insoportablemente dolorosa. Podemos querer lo que tenemos, por eso a ella ya solo podría recordarla. En todo esto pensaba, mientras se mecía sentado en el filo de su cobardía. Esperando que el tiempo abriera finalmente esa ventana o al menos cerrara la herida.