lunes, 25 de mayo de 2009

Acuchillando palabras musitadas

Hoy de repente descubrí que aún se puede ser feliz, tú no eras para mí, lo entendí, sólo vives un disfraz sin nada detrás.
Boca llena de palabras huecas, vanas, fatuas. Repetidas una y otra vez a cualquiera dispuesta a escuchar por ansias de amar.
En este mundo lleno de soledad es fácil creer a cualquier charlatán.
Lo duro viene después, sin las palabras, no hay ser, y lo que nos pareció tan genial, tan original, tan especial, ayer… nos aburre hoy, como nos cansa no ser.
Musitar es una bella palabra, pero no me la musites más, no quiero ser musa ilusa, seré yo mi propia musa no necesito engañar.
Ayer es seguro, te amé, pero no a ti –sábelo- amé a tu disfraz.

domingo, 24 de mayo de 2009

Rarezas

¡Que soy rara!
Dicen
porque no dependo
de los demás
y me siento bien
conmigo misma.
¡Que soy rara!
Porque me llenan cosas
que no son banales.
¡Que soy rara!
Porque busco dentro de mí
para mirar con benevolencia
a los demás y no juzgar.
¡Que soy rara!
Porque he aprendido de los hombres
a tomar y dejar… espacios.
¡Que soy rara!
Porque intento ver más allá
del exterior, de las vestiduras,
de los móviles último modelo.
Del coche de alta gama.
De la pose.
¡Tener mucha vida interior es una rareza!

sábado, 23 de mayo de 2009

Escrito en el espejo

Me estoy volviendo loca, y ésta canción sonando…Nadie me ha escrito nada, ni nadie jamás me ha cantado. No quisiera verme más vieja, sin haber amado. Sin saber lo que se siente cuando amas y te aman. Ya sé, lo sé, que no creo ¿y? No creer que la tierra es redonda no la convierte en cuadrada, quizá digo, que no creo, para consolar mi alma. Tú, que sabes escribir las cosas que a mí me llenan. Escribe, por favor, lo que siento. Siquiera si no conozco el amor, alguien me habrá escrito algo. Cántame, y hazlo, con tu guitarra, cántame, algo bajito, mejor me cantas al alba, delante de aquel espejo donde Gato nos miraba. Cántame, algo de Silvio, mientras huelo tu almohada. No sé, que otras palabras podría darte, aparte de: los espejos, la guitarra, Gato, tu almohada, el amor -que no conozco-. La hostilidad de este mundo, que cuando no la aguanto, me escondo, me escondo dentro de mí, ahí, pero muy al fondo. Entonces vivo otra vida, es la vida de mis sueños; por eso, siempre me creí rara, hasta que te conocí. Ahora, cuando me escondo, en el fondo de mi alma, espero encontrarte allí, para que me cuentes bajito: de que afuera no pasa nada, no sé qué más me dirías seguro que empezaría por: “Si...y después un condicional”. Me siento tan pequeñita, tan ignorante, tan necia, no sé si tendré tanto tiempo, para aprender tantas cosas, tantas cosas que no sé.
Y es cuando alargo mis brazos, tan abiertos, qué no sé...

lunes, 18 de mayo de 2009

Su amor no era sencillo

Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti

sábado, 16 de mayo de 2009

Tu más Profunda Piel

Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía -sábelo, allí donde estés- es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga equívoca fragancia que deja la pipa, en los dedos y que en algún momento, en algún gesto inadvertido, asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu espalda contra el blanco velamen de las sábanas. No me mires desde la ausencia con esa gravedad un poco infantil que hacia de tu rostro una máscara de joven faraón nubio. Creo que siempre estuvo entendido que sólo nos daríamos el placer y las fiestas livianas del alcohol y las calles vacías de la medianoche. De ti tengo más que eso, pero en el recuerdo me vuelves desnuda y volcada, nuestro planeta más preciso fue esa cama donde lentas, imperiosas geografías iban naciendo de nuestros viajes, de tanto desembarco amable o resistido de embajadas con cestos de frutas o agazapados flecheros, y cada pozo, cada río, cada colina y cada llano los hallamos en noches extenuantes, entre oscuros parlamentos de aliados o enemigos. ¡Oh viajera de ti misma, máquina de olvido! Y entonces me paso la mano por la cara con un gesto distraído y el perfume del tabaco en mis dedos te trae otra vez para arrancarme a este presente acostumbrado, te proyecta antílope en la pantalla de ese lecho donde vivimos las interminables rutas de un efímero encuentro.
Yo aprendía contigo lenguajes paralelos: el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que tantas veces me confundía. Con el perfume del tabaco vuelve ahora un recuerdo preciso que lo abarca todo en un instante que es como un vórtice, sé que dijiste " Me da pena, y yo no comprendí porque nada creía que pudiera apenarte en esa maraña de caricias que nos volvía ovillo blanco y negro, lenta danza en que el uno pesaba sobre el otro para luego dejarse invadir por la presión liviana de unos muslos, de unos brazos, rotando blandamente y desligándose hasta otra vez ovillarse y repetir las caída desde lo alto o lo hondo, jinete o potro arquero o gacela, hipogrifos afrontados, delfines en mitad del salto. Entonces aprendí que la pena en tu boca era otro nombre del pudor y la vergüenza, y que no te decidías a mi nueva sed que ya tanto habías saciado, que me rechazabas suplicando con esa manera de esconder los ojos, de apoyar el mentón en la garganta para no dejarme en la boca más que el negro nido de tu pelo. Dijiste "Me da pena, sabes", y volcada de espaldas me miraste con ojos y senos, con labios que trazaban una flor de lentos pétalos. Tuve que doblarte los brazos, murmurar un último deseo con el correr de las manos por las más dulces colinas, sintiendo como poco a poco cedías y te echabas de lado hasta rendir el sedoso muro de tu espalda donde un menudo omóplato tenía algo de ala de ángel mancillado. Te daba pena, y de esa pena iba a nacer el perfume que ahora me devuelve a tu vergüenza antes de que otro acorde, el último, nos alzara en una misma estremecida réplica. Sé que cerré los ojos, que lamí la sal de tu piel, que descendí volcándote hasta sentir tus riñones como el estrechamiento de la jarra donde se apoyan las manos con el ritmo de la ofrenda; en algún momento llegué a perderme en el pasaje hurtado y prieto que se llegaba al goce de mis labios mientras desde tan allá, desde tu país de arriba y lejos, murmuraba tu pena una última defensa abandonada. Con el perfume del tabaco rubio en los dedos asciende otra vez el balbuceo, el temblor de ese oscuro encuentro, sé que una boca buscó la oculta boca estremecida, el labio único ciñéndose a su miedo, el ardiente contorno rosa y bronce que te libraba a mi más extremo viaje. Y como ocurre siempre, no sentí en ese delirio lo que ahora me trae el recuerdo desde un vago aroma de tabaco, pero esa musgosa fragancia, esa canela de sombra hizo su camino secreto a partir del olvido necesario e instantáneo, indecible juego de la carne oculta a la conciencia lo que mueve las más densas, implacables máquinas del fuego. No eras sabor ni olor, tu más escondido país se daba como imagen y contacto, y sólo hoy unos dedos casualmente manchados de tabaco me devuelven el instante en que me enderecé sobre ti para lentamente reclamar las llaves de pasaje, forzar el dulce trecho donde tu pena tejía las últimas defensas ahora que con la boca hundida en la almohada sollozabas una súplica de oscura aquiescencia, de derramado pelo. Más tarde comprendiste y no hubo pena, me cediste la ciudad de tu más profunda piel desde tanto horizonte diferente, después de fabulosas máquinas de sitio y parlamentos y batallas. En esta vaga vainilla de tabaco que hoy me mancha los dedos se despierta la noche en que tuviste tu primera, tu última pena. Cierro los ojos y aspiro en el pasado ese perfume de tu carne más secreta, quisiera no abrirlos a este ahora donde leo y fumo y todavía creo estar viviendo.

Julio Cortazar

martes, 12 de mayo de 2009

La chica de ayer

Un día cualquiera no sabes qué hora es, te acuestas a mi lado sin saber porqué… las calles mojadas te han visto crecer, y tú en tu corazón estas llorando otra vez.
Me asomo a la ventana eres la chica de ayer, jugando con las flores de mi jardín, demasiado tarde para comprender…chica vete a tu casa no podemos jugar.

viernes, 8 de mayo de 2009

Mujer y madre africana

Mientras el sol ardiente
quema mi rostro
que tratas de proteger con tus manos.
Mientras la arena
quema tus pies desnudos
que hunden sus pasos
con la esperanza de dejar huella
de una historia infinita.
Mientras el cántaro rebosante de agua
encorva tu espalda pero no tu corazón,
deseoso de apagar la sed
de los que amas.
Mientras tu vientre
esconde, nutre y protege
el enésimo fruto de tu anhelo,
de un amor más verdadero y humano…
Otros, extraños y lejanos a ti,
a tu mundo y a tus problemas,
que nunca te han visto
ni saben quién eres…
Otros hacen programas
para dirigir tu futuro
y deciden según sus esquemas
cómo y cuándo tendrás que ser Madre…
Otros, usurpando tu derecho de palabra,
pensamiento y opinión,
codifican según sus intereses tu silencio,
pisotean tu dignidad de mujer
e ignoran tu privilegio
de Madre de la humanidad.
Entonces,
mientras el sol ardiente
quema impetuoso tu rostro,
una fuerza nueva te nace dentro
y te empuja a apresurar el paso
para dar vida a tu sueño milenario
de justicia y liberación.

“Elisa Kidané” (misionera comboniana).

lunes, 4 de mayo de 2009

Piel de felpa

Con él llegó el escándalo. La forma en que la tomaba en sus manos, acariciaba toda su piel, blanca, impoluta, y un poco áspera. El cuello que se iba alargando, formando, enroscando. Lentamente aparecía la cabeza más tarde el pico. Así seguía modelando su cuerpo, cada pluma, cada ala, para finalmente y, como nadando sobre un lago aparecía aquel cisne sobre la cama. A veces eran dos, que se rozaban por los picos, formando un corazón entre el arqueado de sus cuellos. Luego, poco a poco aprendimos todas, esa técnica. Las camas convertidas en estanques se poblaron de barcos, flores, gansos…
Quizá, este arte sin nombre, me llevó a obsesionarme. Me veía, en mis sueños, retorciendo toallas una y otra vez, hasta conseguir aquellos cisnes preciosos de cuellos largos, majestuosos, nacarados.
Dormida estaba cuando sentí el chasquido entre mis manos. Al abrir mis ojos lo vi, allí, los ojos desorbitados, fijos, muy fijos en mí.

domingo, 3 de mayo de 2009

Maternidad dorada


Feliz día a todas...

Amor 77

Y después de hacer todo lo que hacen,
se levantan, se bañan, se entalcan,
se perfuman, se peinan, se visten,
y así progresivamente
van volviendo a ser lo que no son.
Julio Cortazar

No hay peor sordo que él, que no quiere oír

Aquella mujer fue lo mejor que me ha pasado: inteligente, amable, acogedora, educada, atractiva, sensual y pasional hasta cortarme la respiración. Odiaba las despedidas, por eso jamás decía adiós. Aún hoy, sigo sin entender que nos pasó. ¿Qué me quiso decir, con aquellas enigmáticas palabras?: “Sin reproches, querido, sin pedirte ni darte explicaciones; porque no es necesario dejar de ser, lo que uno es: ¡Vete a la mierda!”