sábado, 28 de febrero de 2009

Solo azul añil

Deseo salir a mi jardín, pero ¿cómo llegar todo se tiñó de añil?
¿Por qué la noche es azul, con lunas azules y espectros azules?
¿Cómo fue que me instalé definitivamente en este azul?
¿Cuándo me olvidé de vagabundear por la tristeza?
¿En qué momento me solté?
¿Dónde me extravié?
¿Qué hacer?
Este pozo azul me atrae, si acaso no más: oscuridad, silencios, soledad.

jueves, 26 de febrero de 2009

Libar palabras...


Inventabas palabras en tus sueños
con las que mis ojos te hablaban.
Mientras mi boca callaba tu boca,
tus ojos me hablaban con las palabras
que mis sueños inventaban.
Nuestras lenguas
enredadas libando besos…
Nuestras miradas:
enredadas, turbadas, húmedas
libando palabras que sólo
nuestros sueños inventaban.

lunes, 23 de febrero de 2009

Poema consejo

I
Este amor que quiere ser
acaso pronto será;
pero ¿cuándo ha de volver
lo que acaba de pasar?
Hoy dista mucho de ayer.
¡Ayer es Nunca jamás!
II
Moneda que está en la mano
quizá se deba guardar:
la monedita del alma
se pierde si no se da.

Antonio Machado

domingo, 22 de febrero de 2009

Mi buzón, tu equipaje, nuestro...

Mientras leía aquella carta, sentí como mis propias amarguras, desencuentros, silencios... se evaporaban. Prendí un fósforo y, a través de aquellas llamas y mis lágrimas, finalmente, lo comprendí. Se disiparon mis dudas, junto con aquel sobre, que consumido lentamente por el fuego, se convertía en humo.
Soplando todas aquellas cenizas miré en mi corazón y, ahí estabas tú: tu olor, tu risa, tu voz…salpicándolo todo (besos, caricias, palabras) con tus ojitos llenos de futuro.
Sonreí, me sonreíste, mientras te alejabas por la puerta siete, con mi amor en tu equipaje de mano. Luego, apretando fuertemente mi bolso, para no perder el tuyo, me giré y me fui. Sólo era cuestión de tiempo.
Cuando desperté, nuestro amor todavía estaba allí.

sábado, 21 de febrero de 2009

Embarque por la puerta siete

Al abrir mi buzón lo vi, aquel sobre, que contenía: amarguras, desaires, silencios, reproches, desencuentros, humillaciones varias y, mucho, mucho dolor.
Hoy, en el aeropuerto, él, factura todas las alegrías: noches de sexo, de pasión, caricias, besos, paseos, cenas, charlas, lecturas, sabores, sonidos, sensaciones, mi risa y mi olor.
En su equipaje de mano, entre algodones, se lleva mi amor
.

miércoles, 18 de febrero de 2009

¿Fue un sueño?

Nosotros
Inventamos, imaginamos, improvisamos
Deseos, delirios, dislates
Indefectiblemente
Llenos de
Lluvia
Oportuna, ocurrente, ocasional
Salpicando sueños, solazando sufrimientos, solapando soledades.

martes, 17 de febrero de 2009

Diálogo en el blog

-Me he vuelto una especie de espía. Un espía que te amó, sin amarte... que te disfrutó y disfruta con medida y, que aún ahora te sigue viendo detrás de esa cortinilla, caduca y fina desde la que siempre se vislumbró tu curiosa sombra curvilínea. Simamichen detrás de su cortina. Mi falta de tiempo es la excusa para sólo acercarme a ratitos y hoy, con menos tiempo que nunca, me he lanzado a escribir, un sencillo buenos días y, un complejo gracias; por este delicioso momento matutino. Me brillaron los ojos.
-¿La espía no era yo? La que te amó, te ama y te amará... Me temo que estoy abriendo mucho esa cortina ¿no te parece?Qué bonito estarían esos ojos verdes brillando por la mañana... Me subo a mis tacones más altos y ¿bailamos? pincha en "única". Perdona por perderme, pero ya sabes, me pierdo siempre.
-Me gusta cuando te pierdes y también perderme detrás de tu nebulosa cortina. Siempre me gustaron las figuras insinuadas, las situaciones casi imaginadas, los espacios compartidos con y sin distancia. Espiar y ser espiado. Espiarte y dejarme espiar por ti. Marlene detrás de esas cortinas de humo, o simplemente detrás de aquéllas delicadas y, en este caso sí, cortinas de tul.
Un ángel azul, unos tacones de aguja y nuestros cuerpos bailando en la oscuridad. ¿Ya ves mis ojos por la mañana?
-Guauuuu!!!
Redactar bien, es condición sine qua non de tu trabajo, pero vamos, desconocía que tuvieras alma de poeta… ¡Nunca dejarás de sorprenderme!
Tus ojos los veo siempre, brillando felices, nunca vi ojos más alegres, ni ¿Verdes? ¿Ni azules? Ni como en la salve ¡tan misericordiosos!
Pero, confiesa: ¿tu sigues afectado del mal del altura? Si no viajaras tanto, tan lejos y a esos sitios donde yo quisiera estar, no te espiaría tanto, pero siempre tienes ¡tanto que contar, tanto que dar! ¿A oscuras Klaus? ¡Bailemos, bailemos pero me perderé lo sabes no podré seguir tus paso. Enciende una luz al menos!
-De chiquito me enseñaron los antónimos. Muy bonitos y perfectos ellos. La luz era la perfecta contraposición de la oscuridad. El frío le daba miedo al calor. La visión luchaba siempre contra la maldita ceguera y, el negro como era malo, muy malo, reñía un día sí y otro también con el blanco y, a veces venía el Coco.
Al tiempo fui olvidando aquéllas alabanzas misericordiosas, tan propias de quienes me enseñaron a discernir entre lo " cuerdo " y lo " chiflado " y mis insanas razones me hicieron más loco. Bendito yo. Mis ojos verdes brillaron un día y, se apagaron otros y nunca por ello, dejaron de ser mis ojos. Entendí que el blanco y el negro eran perfectos compañeros, que la contraposición de frío y el calor en mi boca me hacía salivar; y que si en mi vientre caliente, depositabas un cubito de hielo, mis pupilas tendían a dilatarse. Placer.
Marlene siempre encendía una tenue luz y Stemberg la filmaba, tras esa maravillosa cortina humeante. Volvía a ser el "ángel azul". El espía que ama, la tomó por su cansada cintura y danzó al son de su cuerpo, y de la línea imaginaria que siempre marca el si menor. La luz creó la sombra, la insinuación, sus miradas, el deseo, y sin luz no pudo haber sombra, ni para ellos, oscuridad. Por eso ya no creo en los antónimos, ni en esa luz que llamaban perfecta.
¿Bailamos?
-Por supuesto bailaremos…
Tal vez porque mi cintura está rota, además de cansada, bailar sea un sueño, tanto o más que volar; y subirme en altísimos tacones una forma de crecer. Las líneas imaginarias marcadas por un si menor por un la sostenido o un mi mayor, “son mi mejor son”. A la chica del cuarto ésa (“simamichen”) siempre le gustó jugar entre luces y sombras a ser Marlene, a ser espía. Estar y no estar, perderse, porque perdida es como mejor se siente (mentira, tiene miedo de encontrarse).
Tus ojos los veo siempre: brillantes, curiosos, comprometidos. Verdes como el trigo verde. Los veo acompañados y tras tus gafas.
Marlene sigue por aquí, tras su cortina cada vez más transparente. Pero jamás será un Ángel ni azul, ni rojo (simplemente una mujer), porque ya no cree (si acaso en un par de Ángeles).
Yo espero, siempre espero. Hoy me toca esperar a esa chica feliz, ésa que tú conociste y ¡tan bien recuerdas! Yo apenas, lo único que permanece es la banda musical que suena siempre en su cabeza, los sueños, los libros, la melancolía.

lunes, 16 de febrero de 2009

Dignidad


Como cada noche (de aquellas interminables noches) estaba sola: “y yo me quedaba allí, en medio de aquella sala, vestido el cuerpo, desnuda el alma. Sin poder llorar, sin osar llorar, no me estaba permitido”. Tenía que aguantar estoica las envestidas de aquella fiera. Turbada, ante la bestia de ojos inyectados en sangre, la boca con su lengua estropajosa escupiendo fuego, sus manos con las zarpas amenazantes. Entonces aparecían, esos puntitos luminosos. Poco a poco, todo se desvanecía y, dejaba de oír los rugidos. Escondida, ahí, dentro de ella misma, lloraba quedito y cantaba bajito. Cada vez, le costaba más regresar, una noche, simplemente, no pudo volver.
Durante meses se quedó ida, cobijada dentro de si misma; su madre la llevó al médico, el diagnóstico: melancolía.
Después de tanta oscuridad al fin amaneció. Aquella noche se enfrentó al monstruo, mirándole fijamente a los ojos, lloró hasta sangrarse. Con cada lágrima etérea, la fiera menguaba, así hasta que lentamente desapareció.

viernes, 13 de febrero de 2009

Hoy el aire huele a rosas


¿Has oído el cuento de viejas de que necesitamos un año y un día para saber de verdad, desde el corazón, que alguien ha muerto? Dicen que necesitamos vivir un año entero sin esa persona -su cumpleaños, navidad, etc.- y solo entonces empezamos a aceptar.
Sí, eso dicen, puede que sea así. Hoy hace dos años que no te oigo reír, ni te veo llegar corriendo y marcharte deprisa, como siempre, como entonces. Ya no estás a la hora de la comida hablando por tu móvil, ahí, enfrente de mí, mandándome a callar cuando te pido que comas algo, ya no me tiras un cacho pan, por burlarme de ti y de tu amor. Hace dos años, que ya no me cuentas tus cosas, tus niños, tus dudas, tus reflexiones sobre por qué nosotras siempre damos más, nos damos más, sin condiciones. Hace dos años y algo más, no mucho más (por desgracia te duró poco la alegría) te vi saltar y gritar que te habían dejado fija en la empresa; el mismo que hace, de que ya no me vienes a ayudar a terminar mi trabajo.
Yo te sigo llorando, no a diario, como hace un año, ya ni siquiera me despierto cada noche ahogada en llanto. Pero te sigo llorando, a ratos.
Porque te mereciste mejor vida y una mejor muerte, porque no me resigno, porque no quiero entenderlo. Porque fuiste: una buena hija, una buena madre, una buena hermana, una buena amiga, una excelente compañera, la mejor trabajadora…y siempre, siempre, tan alegre.
Sé que ahí donde estas, cuidas muy bien de alguien, te doy las gracias.
Estoy triste, estamos tristes, ya sabes, todos los que te queremos; pero te prometo no llorar, hoy no. Creo que hoy toca merienda de locas, ya sabes, te esperamos, es en tu nombre.

jueves, 12 de febrero de 2009

Pero yo no soy Penélope


No debí darte mi corazón, lo sé. Ahora, lo tienes, ahí, sin reservas y lo utilizas a tu conveniencia. Siempre que te sientes solo, me buscas, si necesitas consuelo, me llamas. Cuando te encuentras feliz, ni te acuerdas de mí. Si el mundo te abandona, te encuentras perdido, o no sabes adonde escapar…corres hasta mis brazos; porque sabes que siempre te voy a cobijar.
Te escucho paciente, aunque no te dé siempre la razón, te habías alejado de lo verdaderamente importante, demasiados años fuera de tu casa, de su calor. Ahora, estás de nuevo ahí, podrías reconocerme parte del merito. Sigues empeñado en amores viejos, los que te destruyeron, los que no te alentaron en tu camino, en el correcto. Pero te sientes fuerte, claro, me sabes aquí, como la eterna Penélope tejiendo y esperando por ti.

domingo, 8 de febrero de 2009

No te vayas


Después de días viajando por mi imaginación (vestida de un color albero), metida como en una cinta de moebius, donde el dolor genera más dolor…En algún lugar de mi extraña memoria, me encuentro con Pessoa, sentado, medio dormido (como siempre), me dice: “Si un día amase, no sería amado. Basta que yo quiera una cosa para que se muera.” Apenas dos frases que resumen mi estado de ánimo, metida en un círculo vicioso, donde todo cuánto quiero, me abandona o se muere. Aún y con todo, el dolor me hace sentir viva.
Cada noche, me acuesto con la esperanza de que tal vez, mañana ya no tendrás miedo. Cada mañana, me levanto con la alegría de haberte soñado.
Me sorprende el hecho de que mi cama siga oliendo a ti. Y ese aroma a café que me llega envuelto con el olor de tu tabaco.

jueves, 5 de febrero de 2009

Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
César Vallejo

lunes, 2 de febrero de 2009

Nocicepción


Hoy me duele el corazón, pero no me quejo, me distrae de otros dolores más viejos.